Una buena parte de la costa de Perú se está volviendo más verde. No es nada bueno

La vegetación está ganando terreno en la costa peruana y, pese a lo que pudiera parecer, no es una buena noticia. Esa es la conclusión más importante de un reciente estudio realizado a través de datos satelitales y corroborada a pie de monte.

Más verde, no mejor. El trabajo, encabezado por investigadores de la Universidad de Cambridge, ha constatado un curioso fenómeno: la vegetación se está expandiendo y está haciendo la costa peruana más verde. El motivo por el que este fenómeno haya sido recibido con pesimismo es que los expertos lo ven como un síntoma más de una serie de cambios sobre la región. Cambios que podrían tener impactos negativos sobre la agricultura andina.

Con los pies en la Tierra. El análisis realizado por este equipo partió de observaciones satelitales. No en vano el estudio fue publicado recientemente en la revista Remote Sensing. Tras analizar las observaciones satelitales compiladas entre el año 2000 y 2020, el equipo refinó los modelos para evitar posibles errores y asegurarse de que los datos no los estaban engañando: el área se estaba reverdeciendo

Tan sorprendentes fueron estos primeros resultados que Lepage y su equipo decidieron contrastarlos in situ. El trabajo de campo les permitió afianzar lo observado vía satélite. Fue así que pudieron también comprobar los detalles de este cambio.

Diversidad. La franja a la que aluden está situada ente los Andes y el océano y abarca 2000 kilómetros que se expanden más allá del sur de Perú para adentrarse en el norte de Chile. Tal como explica Eustace Barnes, uno de los responsables de la investigación, la franja verde asciende la cordillera según nos desplazamos hacia el sur.

Si en el norte de Perú la zona reverdecida se encuentra a entre 170-780 metros sobre el nivel del mar, cuando llega al sur se encuentra ya a 2.600-4.300 msnm.  “Esto es contraintuitivo, ya que esperaríamos que las temperaturas de la superficie cayeran tanto al desplazarnos hacia el sur como al ascender en altitud.”

El área reverdecida parece no entender tampoco de zonas climáticas: mientras que en el norte abarca una zona correspondiente al desierto árido y caliente en la clasificación Köppen-Geiger; en el sur transita hacia la estepa árida y fría, pasando antes por la estepa cálida y árida, explica Barnes.

Las lomas. Encapsuladas entre las cumbres andinas y el océano Pacífico, las lomas son ecosistemas causados por un microclima peculiar, donde las precipitaciones son muy reducidas pero la vegetación puede subsistir gracias a la neblina arrastrada desde el mar. Esto genera una suerte de oasis en una región, el Atacama, que contiene zonas consideradas las más secas del mundo, y también es uno de los ecosistemas que ha florecido como parte de este reverdecimiento.

Las lomas se extienden a lo largo de 2.800 kilómetros de esta franja costera, pero su extensión varía dependiendo de aspectos como la Oscilación del Sur-El Niño (ENSO), que puede hacer que muchas de ellas desaparezcan durante años hasta que la oscilación vuelve a generar un evento de El Niño que rehumedezca el litoral y devuelve estos ecosistemas a su esplendor.

Este es uno de los factores que ha asombrado a los expertos. Durante los últimos años la región ha vivido una serie de eventos de La Niña consecutivos y no ha sido hasta este año que se ha constatado la llegada de El Niño. Esto no ha impedido que, durante las dos últimas décadas la vegetación en esta franja costera haya ido expandiéndose poco a poco.

El canario en la mina. Los expertos creen que lo que podemos percibir como positivo a la hora de preservar este ecosistema tan singular, puede traer consecuencias nefastas en otros contextos. El equilibrio del agua es clave para el desarrollo de la agricultura en esta región, y

“Esto es una señal de aviso, como un canario en la mina. No hay nada que podamos hacer para parar cambios a una escala tan grande”, explicaba en una nota de prensa Hugo Lepage, otro de los autores del estudio. “Pero saber sobre ello puede ayudar a planear mejor para el futuro.”

No es el primer caso en el que ver a un ecosistema volverse verde desata ciertas alertas. Hace unas semanas, por ejemplo, otros expertos comprobaban que los océanos estaban adquiriendo un tono más verde como consecuencia del cambio climático. La eutrofización es otro caso habitual, en el que una expansión repentina de la vida vegetal acuática acaba perjudicando al ecosistema. Aquí, de nuevo, más verde no quiere decir mejor.