¿Cómo evitar los gastos fantasma, vampiro y hormiga?

¿Sabías que los expertos económicos han puesto nombre y apellidos a esos gastos a los que tenemos que hacer frente mes a mes? Aunque normalmente todos meten a todos los gastos en el mismo saco, en realidad pertenecen a diferentes categorías. Los que más debemos temer (¡bú!): fantasma, vampiro, y aunque suenen menos amenazadores, los hormiga🐜, que también debemos vigilar de cerca.


No muchas personas saben cómo ahorrar cada mes, ya que esta tarea es, de por sí, muy complicada. Es duro escuchar que estamos perdiendo dinero sin saberlo, pero es la realidad. Y, ¿quiénes son los responsables de que esto suceda? Los gastos, pero antes de nada, debemos saber que pueden ser de tres tipos: los gastos fantasma, los vampiro y los hormiga. Sigue leyendo para descubrir en qué consiste cada uno de ellos, cómo identificarlos y qué podemos hacer para evitarlos.

Aprende a diferenciar entre los gastos fantasma, vampiro y hormiga y a tenerlos controlados

Todos estos gastos comparten una característica común: ninguno parece intimidante en un primer momento, pero son los causantes de que el dinero de nuestros bolsillos vaya mermando a medida que el mes avanza. Además, hay ciertas diferencias que los distinguen. No es lo mismo el dinero que nos supone la luz del reloj del microondas, que una suscripción a Spotify Premium. Entender qué los diferencia nos facilita también la tarea de poder ponerles una solución concreta y adaptada a la naturaleza y tipología de cada uno. Por eso, ¡recomendamos que leas todos hasta el final!

Gastos fantasma: ese dinero que invertimos y luego no aprovechamos bien

Los gastos fantasma pueden suponer un derroche de hasta el 30% de nuestro presupuesto mensual, y agrupan todo eso que compramos para luego no aprovecharlo bien. ¿Sabes ya a qué tipo de gastos nos referimos? Veámoslo mejor con unos ejemplos.

¿No te ha pasado nunca que te levantas un uno de enero con una energía, una confianza y una emoción desbordante, y decides apuntarte a un gimnasio? Un gimnasio que, a medida que pasan los días, las semanas, o los meses (dependiendo de tu convicción y tu fuerza de voluntad), no vuelves a pisar nunca, pero sigues pagando. O, por ejemplo, esa suscripción de Netflix, que, ahora que te fijas, hace muchísimo que no abres. Nos llega a pasar incluso con las apps del móvil, que un día decidimos comprar por alguna razón, y que no les hemos dado el uso suficiente para que nos salga rentable el dinero que invertimos en ellas.

Y a más de uno le ha sucedido con las pruebas gratuitas inicialmente, y que luego olvidan por completo cancelar el cobro y, por pereza o despiste, se va dejando pasar con el tiempo.

Además, como son gastos adheridos a nuestra tarjeta de crédito o cuenta bancaria y se descuentan automáticamente, no los revisamos con frecuencia, o cuando ya es demasiado tarde.

¿Qué puedes hacer para controlar y evitar los gastos fantasma?

Lo primero que debemos hacer es mantener una conversación con nosotros mismos. Una charla sincera, en la que hagamos un balance real y honesto sobre la importancia y la necesidad de mantener estos pequeños y medianos gastos, sobre todo aquellos que son de entretenimiento. Entonces, podremos hacer un juicio real y monitorear con cabeza, hacer los cambios pertinentes, cancelar si es debido y optimizar así nuestro presupuesto.

Ordenador en una mesa de oficina.

Gastos vampiro: esos servicios básicos que se disparan de golpe

Acechan por detrás de la puerta, y, a diferencia del personaje fantástico, no solo atacan por las noches.

La luz, el agua o internet, son gastos de los que nadie se atrevería a decir que podemos prescindir. Pero, a menudo, la cantidad retirada de nuestro banco cambia imperceptiblemente. Y, casi sin ser conscientes, nos habituamos a esas posibles subidas en nuestro consumo que van “chupando” entre el 10% y el 20% de nuestros gastos al mes. Según expertos económicos, podemos llegar a pagar entre 1.200€ y 1.800€ al año por ellos.

Es el caso de una fuga de gas o un mal uso de los electrodomésticos, el consumo de la televisión por cable o por contratiempos con las instalaciones de luz.

¿Cómo podemos mantener los gastos vampiro a raya?

Podríamos resumir todos los posibles consejos en maximizar los contratos que tenemos con las compañías que nos proporcionan estos servicios. Para ello, debemos revisar periódicamente todas las fuentes de energía y las instalaciones de nuestra casa. Si es necesario, hablar con la compañía energética y pedir una modificación del contrato o pedirles una explicación convincente que justifique estas variaciones, en el caso de que sean variaciones considerables. También es útil hacer una lista de los gastos energéticos que realmente necesitamos usar al mes, para poder diseñar un presupuesto ajustado a las necesidades reales.

Gastos hormiga: pequeñas cantidades de dinero que habíamos planeado gastar

Estos gastos son un verdadero tributo a su propio nombre. Cantidades de dinero tan pequeñas, tan nimias, que pasan desapercibidas. Además, forman parte de la cotidianidad y de la rutina diaria a la que estamos acostumbrados, por lo que nadie los pone en entredicho.

En el momento, es cierto que no suponen una gran suma de dinero, y eso es precisamente lo que nos hace relajarnos, cuando, en realidad, sumando todas esas pequeñas cantidades, nos damos cuenta de que realmente son una amenaza a nuestra economía y salud financiera. Ahí reside el peligro de los gastos hormiga.

Son, por ejemplo, ese café de 1,40€ de cada mañana (¿qué es un euro en comparación a los gastos de un mes, verdad?), propinillas que dejamos en el bar de confianza o los chicles que atraen nuestra mirada cuando ya estamos a punto de pagar en la caja del supermercado. En conclusión, son compras impulsivas o poco reflexivas que hacemos en nuestro día a día.

¿Cómo podemos aplastar a los gastos hormiga?

Coge los gastos de tu último mes de rutina y ponte a redactar uno a uno cada uno de estos gastos pequeños pero matones y la cantidad que te han supuesto a final de mes. Analizar los gastos elaborando una lista es la forma más eficiente para identificarlos. Obviamente, hay gastos hormiga que son inevitables, así que no es factible esperar reducirlos a cero, sino que lo que debemos hacer es ceñirnos a un presupuesto justo e invariable, mucho menor del que nos permitimos. Al fin y al cabo, administrarnos mejor depende de nosotros.

Una vez conocemos estos gastos, no nos podemos poner la excusa de no saber qué son ni cómo evitarlos. Ahora toca conseguir poner en orden nuestra economía personal o familiar, y poner en práctica todos los consejos y técnicas de ahorro posibles para vivir más holgadamente con el dinero que generemos al mes. Para ello, necesitamos dos grandes amigos que nos deben acompañar durante nuestra vida: la disciplina, para poder llegar a nuestros objetivos con mayor facilidad y en el menor tiempo posible, y la planificación.

La idea es que comencemos a ahorrar un 10% de nuestro sueldo, si eso no nos supone no pagar otras responsabilidades que ya tenemos encima. Poco a poco, podremos ahorrar más y mejor.