Una iglesia llevaba 600 años desaparecida frente a las costas de Alemania. La acabamos de encontrar

Rungholt fue barrida de la faz de la tierra. Literalmente. En 1362 un violento ciclón que dejó sentir su furia por las costas de lo que hoy son las islas británicas, Países Bajos y el norte de Alemania y Dinamarca lo sumergió entre las olas del Mar del Norte. De un plumazo —uno en el que los investigadores de 2023 ven una valiosa lección sobre los riesgos del cambio climático y la subida de los océanos— el agua acabó con lo que hasta entonces había sido una villa del norte de Frisia.

De tal calibre fue la tragedia que desde el siglo XIV ha alimentado mitos de toda clase. Durante un tiempo se especuló con que Rungholt nunca había existido, que era una ciudad legendaria, e incluso se la bautizó como la «Atlántida del Mar del Norte». Hoy los investigadores sostienen que no es así. No solo eso. Desde hace unas semanas la conocemos mucho mejor y podemos imaginarnos cómo era.

El motivo: acabamos de localizar su iglesia, un templo relevante que, por los indicios que han encontrado los expertos, bien podría tener 40 metros de largo por 15 de alto. Para identificarla han tenido que recurrir a una tecnología que les ha permitido «asomarse» bajo las marismas del mar de Wadden que cubren los restos de la iglesia. Para su investigación de hecho deben aprovechar la bajamar y utilizar un marco especial que les permite abrir pequeños «ventanucos» en las planicies de las mareas, con excavaciones de un metro cuadrado.

Mirando al pasado… en clave de futuro

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El descubrimiento acaban de lograrlo ahora. Para entender su alcance hace falta remontarse sin embargo unos cuantos siglos atrás, al XIV, y a lo que entonces se conocía como ducado de Schleswig. Allí, en la costa del Mar del Norte, se alzaba la ciudad de Rungholt, un enclave comercial medieval en torno al que se han tejido leyendas e incógnitas. En 2008 Deusche Welle (DW), con sede en Bonn, aún se hacía eco del debate sobre si la villa había existido o era pura leyenda.

A Runghlot lo hemos visto citado en un mapa de 1240 en el que llegó a inspirarse siglos más tarde el cartógrafo Johannes Meyer y su nombre figura también en un acuerdo comercial de 1361. A comienzos del siglo pasado los investigadores incluso pudieron rescatar reliquias supuestamente relacionadas con el asentamiento y un testamente datado en 1345 en el que se menciona la localidad.

Gracias a esos indicios algunos investigadores han llegado a calcular que hacia el siglo XIV vivían en el asentamiento alrededor de 2.000 personas. El peso del mito es sin embargo grande y su recuerdo se ha mezclado con la fantasía y la leyenda en canciones, libros y películas, en los que se presenta como una suerte de Atlántida.

A su leyenda no ayudaba —según recogía en 2008 DW— que los eruditos considerasen que no disponían de suficientes evidencias como para afirmar categóricamente la existencia de la antigua ciudad medieval… ni tampoco una ausencia tal que les permitiese concluir con rotundidad que era pura fantasía.

Menos misterioso es cómo se ha explicado históricamente la desaparición de Rungholt, se la considerase un escenario de leyenda o una villa real.

Lo que le puso punto y final, la barrió del litoral y contribuyó a que aún hoy se equipare con la mítica Atlántida, fue un episodio meteorológico bien identificado: el Grote Mandrenke, o «Diluvio de San Marcelo», un ciclón extratropical que hacia el 16 de enero de 1362 arrasó gran parte de las costas del Mar del Norte, incluidas las islas británicas, Países Bajos y el norte de Alemania y Dinamarca.

Su saldo fue brutal: se calcula que el ciclón acabó con la vida de 25.000 personas e hizo sucumbir a pueblos enteros. No por casualidad el fenómeno se conoce aún hoy como Great Drowning of Men, «el Gran Ahogamiento de Hombres».

Desde entonces todo lo relacionado con el asentamiento ha despertado fascinación y sacudido sus leyendas. Hay una iniciativa científica incluso, Runghlot Project, respaldada por la Fundación Alemana de Investigación, que centra sus pesquisas en las planicies de Schleswig-Holstein, a escasos kilómetros de la costa de la península de Nordstrand, para localizar reliquias, reconstruir el paisaje costero y mapear los restos de los asentamientos del siglo XIV.

Los investigadores de Rungholt Project y Wadden Sea han logrado ya hallazgos relevantes. Durante sus pesquisas en un área de más de 10 km2  hallaron 54 terps —nombre con el que se designa ciertos montículos artificiales que se creaban para proporcionar un asentamiento seguro a las viviendas—, varios sistemas de drenaje, un dique con un puerto de compuerta de marea y dos emplazamientos de iglesias más pequeñas. «La zona debe considerase uno de los principales yacimientos documentados del distrito medieval de Edomsharde», abundan.

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Ahora un grupo de investigadores de las universidades de Kiel y Johannes Gutenberg, el Centro de Arqueología Báltica y Escandinava y el Departamento de Arqueología de Schleswig-Holstein han logrado localizar un elemento clave del asentamiento: restos enterrados que han identificado como la iglesia de Rungholt.

Lo primero que detectaron fue una agrupación desconocida de dos kilómetros de terps medievales. Al analizarlos de forma pormenorizada, se fijaron en uno en concreto. «La particularidad del hallazgo radica en la importancia de la iglesia como centro de una estructura de asentamiento, que por su tamaño debe interpretarse como una parroquia con función superior», zanja la ZBSA.

El nuevo templo se suma así a los hallazgos que los investigadores han ido recabando en su zona de estudio, un área de más de 10 km2 en el que ya habían localizado 54 terps, sistemas de drenaje, un dique con un puerto de compuerta de marea y dos emplazamientos de iglesias más pequeñas. «La zona debe considerase uno de los principales yacimientos históricamente documentados del distrito medieval de Edomsharde», abundan los responsables de la iniciativa.

«Uno de estos terps muestra estructuras que sin duda pueden interpretarse como los cimientos de una iglesia de 40 por 15 metros de tamaño. Los primeros sondeos y excavaciones han proporcionado datos sobre la estructura y cimientos del edificio sagrado», explican desde la Universidad Johannes Gutenberg.

El estudio se realiza cerca de la isla de Hallig Südfall, en el Mar de Wadden, el sistema de fangales y bancos de arena interditales más extenso del mundo y que está considerado como una reserva de la bioesfera por la UNESCO.

Para estudiarlos de hecho los investigadores han tenido que echar mano de la tecnología. «Los restos ocultos bajo las marismas se han localizado y mapeado con métodos geofísicos como gradiometría magnética, inducción electromagnética y sísmica», comenta Dennis Wilken, geofísico de la Universidad de Kiel: «Tomamos núcleos de sedimentos de forma selectiva, lo que nos da información única sobre la vida de los colonos de Frisia del Norte y permite sacar a la luz nuevos hallazgos».

El descubrimiento del nuevo templo enterrado en Wadden es un logro de la arqueología, pero uno que puede interpretarse en clave de futuro.

Al fin y al cabo, como recuerda a la CBC el arqueólogo Bente Majchczack, si los habitantes de la zona sucumbieron ante el violento ciclón de 1362 fue por tomar un espacio poco adecuado para los asentamientos humano, uno especialmente vulnerable a las mareas, pero que decidieron ocupar por la riqueza de su suelo para la agricultura una vez se retiraba la turba y el agua. «Les salió mal porque crearon enormes vulnerabilidades. Un día sus diques no fueron suficientes».

Ocurrió en el siglo XIV.

Pero no es un discurso, ni una lección que nos resulten tan lejanos en el XXI.

«Este es un problema realmente importante al que nos enfrentamos hoy en día en muchos lugares del mundo con el aumento del nivel del mar», concluye.