Por qué se arruga la piel con el agua y por qué es bueno

Seguramente lo has notado, ya sea en la ducha, en una piscina o en el mar. Si pasas un cierto tiempo en el agua, tus dedos y gran parte de tu piel comienza a verse rugosa.

Lo curioso es que solamente se arruga la piel de los dedos de las manos y los pies y a lo sumo la planta de las manos y de las pies, pero aún sigue siendo desconcertante para la comunidad científica.

La creencia antigua indicaba que esto era una respuesta pasiva de las capas de la piel, que se hinchaban cuando el agua inundaba sus células. Sin embargo, ya a principios del siglo pasado se descartó esta teoría.

Diferentes estudios que se realizaron en el nervio mediano sugirieron que esta acción estaba controlada por el sistema nervioso. Nick Davis, un neurocientífico de la Universidad Metropolitana de Manchester, ha dedicado gran parte de sus estudios a esta situación.

Si los dedos se arrugan y esto está controlado por los nervios, significa que el cuerpo reacciona de manera activa estando en el agua. “Eso quiere decir que está ocurriendo por alguna razón y eso podría darnos una ventaja», asegura Davis.

Con diferentes estudios, determinó que al arrugarse, los dedos se adaptan al ambiente y facilitan el agarre de objetos mojados. De alguna manera, funcionan similarmente a como funcionan las vetas en los neumáticos. Los canales que producen las arrugas ayudan a escurrir el agua, alejándola del punto de contacto entre los dedos y el objeto.

“Como pareciera que nos da mejor agarre bajo el agua, yo asumiría que tiene que ver ya sea con la locomoción en condiciones muy húmedas o para potencialmente manipular objetos bajo el agua”, agregó Tom Smulders, neurocientífico evolutivo de la Universidad de Newcastle.

Según la investigación, a las poblaciones ancestrales pudo haberles dado una ventaja clave a la hora de caminar sobre rocas húmedas o para agarrarse de ramas e incluso para atrapar alimentos como los mariscos. “Si la explicación es la última, implicaría que es una característica única de los humanos, mientras que si no, esperaríamos verla en otros primates también”, dice Smulders.