Por qué no hay motivos para preocuparnos todavía por el virus nuevo descubierto esta semana en China

Científicos de China han descubierto un nuevo virus que probablemente haya hecho enfermar a docenas de personas desde 2018 y que puede ser transmitido de forma nativa por las musarañas. Este descubrimiento es el último recordatorio de que los microbios que pasan de los animales a las personas representan una potencial amenaza para la salud pública que hay que tener siempre presente. Hasta ahora, al menos, las pruebas sugieren que este virus solo está causando infecciones esporádicas y que no se transmite entre personas.

Los investigadores expusieron sus hallazgos en un artículo publicado la semana pasada en New England of Journal of Medicine. Según su investigación, el virus fue identificado por primera vez después de hacerle un frotis de garganta a un paciente como parte de un programa activo de vigilancia de enfermedades donde se evalúan a personas con fiebre que se han visto expuestas a animales recientemente. Después de confirmar la presencia de este virus en el paciente, los investigadores encontraron un total de 35 casos en los que las personas habían sufrido una infección aguda de este mismo virus desconocido entre finales de 2018 y principios de 2021. Todos estos casos estaban ubicados cerca de las provincias de Shandon y Henan, al este de China. El equipo decidió bautizar su descubrimiento como el virus Langya (LayV).

El simple hecho de encontrar un nuevo microorganismo dentro de las personas no implica necesariamente que esté relacionado con una enfermedad. Y los autores advierten que sus evidencias científicas hasta la fecha no han cumplido con los postulados de Koch, un criterio común utilizado por los científicos para establecer un vínculo causal entre un microbio y una enfermedad. Pero tienen algunos datos circunstanciales convincentes. En 26 de los 35 pacientes, por ejemplo, los autores dicen que no encontraron ningún patógeno que pudiera explicar sus síntomas. Entre los síntomas encontraron fiebre (reportada en los 26 casos), fatiga y tos, junto con signos de daño renal y bajo recuento de plaquetas en algunos de ellos. Sin embargo, no se reportaron muertes.

“El caso de la causalidad de la enfermedad humana con este virus, creo que es bastante sólido”, dijo a Gizmodo Emily Gurley, epidemióloga de la Escuela de Salud Pública Bloomberg que ha estudiado virus similares.

Viendo su genética, los autores del estudio argumentan que el virus pertenece al género henipavirus. Este género está ubicado dentro de una familia más grande que son los Paramyxoviridae, y varios de sus miembros causan enfermedades a los humanos, como el sarampión y las paperas. Otros henipavirus peligrosos son por ejemplo el virus Nipah y el virus Hendra. Pero el virus Langya parece estar más estrechamente relacionado con el virus Mòjiāng, un misterioso microbio relacionado con tres casos de neumonía mortal documentados en China en 2012.

Benhur Lee, profesor de microbiología en la Escuela de Medicina Icahn señala que ha habido un debate actualmente sobre si el virus Mòjiāng y sus parientes realmente deberían considerarse henipavirus. Y asegura que es posible que el Comité Internacional de Taxonomía de Virus (ICTV), la organización que nombra formalmente a los virus, decida dentro de poco dividir los virus similares a Mòjiāng en una rama relacionada pero separada de los henipavirus, y donde se podría incluir el virus Langya.

En cualquier caso, junto con los coronavirus y los virus de la gripe, muchos científicos están preocupados por el peligro que representan estos henipavirus emergentes y los virus similares a Mòjiāng. Los henipavirus se encuentran más comúnmente en los murciélagos, que pueden propagar nuevas enfermedades infecciosas a los humanos, y muchos de estos henipavirus parecen poseer la capacidad potencial de propagarse a otras especies, incluidos los humanos, dijo Lee. Al mismo tiempo, se han encontrado virus similares a Mòjiāng en otros animales de todo el mundo, aunque su potencial para causar enfermedades en humanos es menos claro.

Durante su investigación, los investigadores también buscaron el virus Langya en poblaciones de animales cercanas. Y aunque se encontró dentro de una minoría muy pequeña de perros y cabras, apareció en el 27% de las musarañas salvajes, lo que sugiere que pueden ser sus huéspedes predominantes. Se cree que el virus Mòjiāng original provino de los roedores (las musarañas no entran en esta categoría), pero según Lee, se han encontrado otros virus similares a Mòjiāng en muestras recolectadas de musarañas que habían sido atropelladas. Eso sí, Gurley señala que los autores no presentaron o que quizás no tengan información disponible sobre los tipos de contacto con animales que podrían haber conducido a estos casos humanos.

De todos estos virus relacionados, Nipah ha sido el más preocupante hasta la fecha, ya que ha causado brotes de forma rutinaria en algunas partes de Asia (incluido uno el año pasado), tiene una tasa de mortalidad de hasta el 100% y ocasionalmente se ha propagado entre personas. En cambio, los casos identificados con el virus Langya hasta ahora no han tenido una conexión clara entre sí, y no ha habido informes de contactos cercanos que hayan contraído la infección posteriormente.

Viendo estos datos, dijo Lee, “mi sensación es que el peligro de transmisión es bajo”.

En esa línea apunta Gurley, que asegura que a menos que vivas y pases mucho tiempo cerca de las musarañas de estas zonas, probablemente no deberías preocuparte por el virus Langya. Y señala que, si bien los eventos indirectos de animales a humanos son bastante comunes, la mayoría no conducen a brotes graves o pandemias.

Por supuesto, de vez en cuando, la humanidad se encuentra con un patógeno zoonótico que puede causar enfermedades masivas, como se ha encargado de recordarnos el covid-19. Así que, incluso si el virus Langya no resulta ser un problema que deba preocuparnos, es un buen ejemplo de por qué los científicos y las organizaciones de salud pública deben permanecer alerta con la esperanza de detener cualquier posible propagación antes de que se convierta de nuevo en una pesadilla.

“Creo que la conclusión debería ser que es bueno que se hagan este tipo de investigaciones para comprender lo que sucede a nuestro alrededor. Porque a menos que busquemos, nunca podremos saber realmente lo que ocurre”, dijo Gurley. “Así es como se puede detectar algo de forma temprana y hacer algo si comienza a verse signos de transmisión entre personas”.