Evo Morales: una pugna por el poder pura y dura

En el Movimiento al Socialismo (MAS) ya no se vislumbra posibilidad de reconciliación. Tras 37 años de liderazgo, Evo Morales fue apartado de la directiva, en un congreso organizado por el sector que apoya al actual presidente de Bolivia, Luis Arce. Ambos protagonizan una lucha de poder que podría terminar dividiendo definitivamente al partido. Todos los escenarios están abiertos.
Por lo pronto, el defenestrado Evo Morales niega legitimidad al congreso que lo destituyó y anuncia una “batalla legal”.

Marcelo Arequipa, politólogo y docente de la Universidad Mayor de San Andrés, considera que se ha llegado a un “punto de no retorno” y que el congreso del fin de semana “marca un antes y un después del Movimiento al Socialismo”.

A su juicio, Evo Morales no está haciendo una lectura adecuada de la situación, se ha alejado de gran parte de las organizaciones sociales y está más próximo al aparato político partidario. “Creer que eso basta para tener éxito dentro del MAS es equivocado, porque el Movimiento al Socialismo no es un partido político tradicional. Tiene una dinámica distinta”, explica a DW.

“La nueva directiva del MAS ha sido elegida con el apoyo de la Confederación Sindical única de los Trabajadores Campesinos, la Confederación Sindical única de Mujeres Campesinas Indígenas de Bolivia, y la Confederación Sindical de Comunidades Interculturales de Bolivia. Eso significa, que Arce ha logrado el apoyo de una parte importante de las bases sociales”, hace notar, por su parte, Ana Soliz, docente e investigadora de la Universidad Helmut-Schmidt, de Hamburgo.

En su opinión, “Morales perdió en parte apoyo en las organizaciones sociales porque no tiene nada que ofrecer. Su figura definitivamente se ha desmoronado, aunque aún tiene el apoyo de las confederaciones cocaleras”.

La vía judicial
Jan Souverein, director de la oficina en La Paz de la Fundación Friedrich Ebert (FES), cercana al partido socialdemócrata alemán, matiza: “La gran mayoría de las organizaciones de base del MAS se han dividido. Casi todas tienen una facción que apoya a Luis Arce y al Gobierno, y otra facción que apoya a Evo Morales”.

De momento, Morales ha pedido a sus seguidores no hacer manifestaciones ni bloqueos de carreteras, hasta agotar la “vía legal”. Ese tono, más moderado, contrasta con sus declaraciones del fin de semana, cuando afirmó que sería el candidato para las elecciones presidenciales de 2025 “a las buenas o a las malas”.

Pero hay incertidumbre. “Sospecho que esto va a desembocar en protestas y movilizaciones de los sectores de Evo Morales. Eso se debe, principalmente, al hecho de que muchas de las decisiones en torno al MAS y la legalidad de quien está dirigiendo el partido se van a definir en el sistema judicial. Y el sistema judicial toma sus decisiones en función de los intereses del Gobierno”, dice a DW el analista de la FES.

“Entonces, a Evo Morales no le quedan muchas otras opciones que movilizar y ejercer presión sobre el Gobierno en las calles. Y eso, a su vez, genera bastante malestar en la población”, advierte.

El comienzo del derrumbe
De todas formas, la figura del expresidente se ha eclipsado. “Ahora, tenemos un Gobierno del MAS que ataca permanentemente a Evo Morales y su gestión. Desde su propio partido se está poniendo en cuestión y socavando la percepción sobre la gestión de su Gobierno”, señala Souverein.

Pero aclara que, para muchos, “su decisión de no acatar el resultado del referéndum de 2016 sobre la reelección y repostularse, ya marcó el inicio del desmoronamiento de su figura. Ya se volvió un personaje bastante polarizador y eso solo se está profundizando”.