Untold: Inside the Shein Machine, documenta, entre otras, la historia de Fern Davey, una diseñadora de ropa interior independiente del Reino Unido que trabaja con materiales sustentables y cose artesanalmente las prendas que vende. En el año 2020, la marca de fast-fashion china Shein puso a la venta conjuntos idénticos a los suyos a una fracción mínima del precio real. Cuando el conjunto entero hecho a mano con materia prima noble se vende a 65 libras esterlinas, el plagio de Shein se puede conseguir por cuatro.
Y éste no es el único caso: miles de diseñadores alrededor del mundo descubrieron que modelos de ropa casi iguales a los suyos iban apareciendo en los sitios web de la marca a un precio imposible. Y ahora, el minorista chino se enfrenta al fin a una demanda en Estados Unidos que lo equipara a una organización delictiva.
Tres diseñadores –Krista Perry, Larissa Martinez y Jay Baron– lo acusan de haber robado diseños y utilizar algoritmos complejos y empresas de terceros para borrar sus huellas.
La demanda civil presentada esta semana en Los Ángeles afirma que la infracción de los derechos de autor de Shein es tan agresiva y a tan gran escala que equivale a extorsión y, por lo tanto se encuentra en violación de la Ley de organizaciones corruptas e influenciadas por mafiosos, mejor conocida como RICO, por sus siglas en inglés.
El Departamento de Justicia de Estados Unidos explica que esta normativa federal de 1970 “busca fortalecer las herramientas legales en la recopilación de evidencia al establecer nuevas prohibiciones penales y proporcionar sanciones mejoradas y nuevos remedios parahacer frente a las actividades ilegales de quienes participan en el crimen organizado”.
La demanda de esta semana afirma que “Shein se ha enriquecido al cometer infracciones individuales una y otra vez, como parte de un patrón largo y continuo de crimen organizado, que no muestra signos de disminuir”.
La maquinaria organizada de Shein fabrica hasta 6.000 artículos cada día. “Shein utiliza un juego bizantino de estructura corporativa” para estafar a los diseñadore, dice el escrito.
Esta ley permite vincular delitos aparentemente no relacionados con un objetivo común en un patrón procesable de extorsión. Además, RICO establece penas más severas y permite que un acusado sea condenado y castigado por separado tanto por los delitos subyacentes que constituyen el patrón de actividad de crimen organizado como por una violación sustantiva de RICO.
Por lo tanto, RICO proporciona un método eficaz “tanto para establecer la existencia de la penetración del crimen organizado en los sindicatos como para extirpar a los funcionarios sindicales corruptos de los puestos de liderazgo. El poder disuasorio de la aplicación de RICO a lo largo del tiempo debería producir un liderazgo sindical elegido democráticamente y más viable”.
Marcas como Ralph Lauren han también demandado a la compañía china por motivos similares en el último tiempo, según The Wall Street Journal, pero sin la acusación de crimen organizado.
La demanda presentada por los tres diseñadores dice que “la marca ha ganado miles de millones al crear un algoritmo secreto que determina asombrosamente las tendencias de moda incipientes, y al combinarlo con una estructura corporativa, incluidos los esquemas de producción y cumplimiento, que se ejecutan perfectamente para engrasar las ruedas del algoritmo”.
Nombran a Chris Xu como el creador detrás del algoritmo, un “genio tecnológico misterioso” que habría convertido a Shein en “la compañía de ropa más importante del mundo a través de alta tecnología, no de alto diseño”.
“Lo que está en juego aquí, inexplicablemente, son copias verdaderamente exactas del diseño gráfico protegido por derechos de autor que aparecen en los productos de Shein”, afirma la demanda civil, a través de la cual los tres diseñadores buscan daños no especificados y una medida cautelar para evitar más actividades de crimen organizado.
Hace ya meses que representantes de “Shut Down Shein”, una coalición anónima de marcas y organizaciones de derechos humanos, comenzaron a reunirse con oficinas del Congreso para aumentar el escrutinio sobre sus negocios.
Como resultado, un informe del Congreso publicado en el mes de junio criticó duramente a Shein y Temu, otro minorista chino, y forma parte de una investigación en curso sobre los productos ofrecidos a estadounidenses que podrían fabricarse con trabajo forzado en China. Enviaron cartas a éstas y otras marcas con fábricas en el gigante asiático solicitando información sobre su cumplimiento de la ley contra el trabajo forzoso.
En el mes de mayo, un grupo bipartidista de legisladores pidió a la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos que frenara una oferta pública inicial de Shein hasta que verificara que no utiliz a trabajo forzoso de la población uigur.
Un año atrás, la Secretaría de Cultura de México acusó a Shein de apropiación cultural, por incluir elementos culturales mayas en el diseño de una de sus blusas. La institución gubernamental también envió una carta al gigante textil, en la cual le exigió una explicación pública. Esto ocurrió después de que la marca artesanal YucaChulas denunciara en redes sociales que uno de sus diseños había sido plagiado. De acuerdo con el negocio mexicano, la prenda fue diseñada y personalizada en 2017 como parte una colaboración con el blog México a colores.
De acuerdo a reportes de Reuters, Shein busca ganar una mayor presencia en América Latina y planea abrir una fábrica en México, además de un lugar de almacenamiento. La compañía china ha estado buscando al menos 35.000 metros cuadrados de espacio de almacenamiento en un corredor industrial clave al norte de la Ciudad de México, dijeron dos fuentes a Reuters.
Shein ha causado aún más polémica el mes pasado, al invitar a un grupo de influencer a un viaje patrocinado a algunos de los almacenes de la empresa en China. Los influencers postearon videos e imágenes alabando a la empresa, y no se hizo referencia a las prácticas comerciales de Shein, las acusaciones de trabajo forzado, ni las condiciones laborales cuestionables.