Cómo un pepinillo de McDonalds pegado en un techo se convirtió en una obra de arte

El arte es un concepto tan abstracto en muchos casos que un simple pepinillo de una hamburguesa del McDonalds pegado en el techo de una galería puede llegar a convertirse en una obra “de arte” valorada en nada menos que 6.200 dólares.

La pregunta del millón tiene la respuesta en el artista australiano con sede en Sydney, Matthew Griffin, quien decidió arrojar al techo de una galería de arte de Auckland (Nueva Zelanda) el pepinillo como “gesto de provocación” deliberado diseñado para cuestionar qué tiene valor, cuenta el propio artista. La obra, titulada Pickle, es ahora una de las cuatro nuevas obras en Bellas Artes, una exposición organizada en Michael Lett Gallery en Auckland.

En cuanto a la pieza en sí, se trata una rebanada de pepino en vinagre untada con ketchup de una hamburguesa con queso de McDonald’s, y Griffin ha valorado su creación por un precio de 10.000 dólares neozelandeses (unos 6.200 dólares). Según Ryan Moore, director de Fine Arts Sydney, la galería que representa a Griffin:

En términos generales, los artistas no son los que deciden si algo es arte o no, son los que crean y hacen las cosas. Si algo es valioso y significativo como obra de arte es la forma en que nosotros, colectivamente, como sociedad, elegimos usarlo o hablar sobre él. Por mucho que esto parezca un pepinillo adherido al techo, y no hay ningún artificio allí, eso es exactamente lo que es, hay algo en el encuentro con eso como una escultura o un gesto escultórico.

Quizás, como muchos espectadores se han preguntado, la cuestión ya no es cómo se ha convertido una pieza de comida rápida en arte, sino cómo el kétchup ha sido capaz de mantener el pepinillo en el techo sin que se caiga (aunque tenemos ejemplos de hamburguesas del McDonalds que desafían a cualquier máquina del tiempo).

Sea como fuere, el caso del pepinillo recuerda a tantos otros donde se cuestiona el arte y lo que incluimos en este concepto tan abstracto. Y como siempre que ocurre, recordamos nuestro post de los cuadros de Pierre Brassau (o cómo un mono le tomó el pelo al mundo del arte).