Cada vez más hombres orinan sentados en lugar de hacerlo de pie. La ciencia sabe que es una buena idea

Los hábitos de la sociedad cambian constantemente y esto abarca diversos ámbitos, también los más íntimos. Ejemplo de ello es el creciente hábito entre los hombres de orinar sentados en lugar de hacerlo de pie. Más allá de una simple moda, los estudios indican que puede ser una buena costumbre para nuestro tracto urinario y salud de la próstata.

¿Por qué hay gente que decide mear sentada? Los motivos que cada cual pueda tener para orinar en una u otra postura variarán, aunque probablemente irán en función de lo que resulte más cómodo y práctico, y la costumbre o hábito. Pero más allá de esto existen razones objetivas para arrimar las posaderas al inodoro (al menos cuando nos encontramos en la comodidad del hogar).

Un metaanálisis (un estudio realizado a partir de estudios) realizado hace unos años comprobó que existían ventajas para personas con los denominados “síntomas urinarios bajos” (LUTS), sentarse podía aumentar el flujo urinario, reducir el tiempo requerido para completar la operación y minimizar el volumen de residuo post-vaciado de nuestra vejiga. En personas sanas la diferencia en los parámetros no resultaba significativa.

Otro trabajo más reciente analizó los mismos parámetros para obtener unos resultados semejantes, en los que la “urodinámica” era mejor para aquellos que padecían problemas del tracto urinario como la hiperplasia prostática benigna, pero no encontraba diferencias significativas en el grupo “sano”.

No olvidar la higiene. ¿Eso quiere decir que hay que esperar a que nuestra próstata comience a resentirse para cambiar el hábito? No necesariamente. La higiene es otro motivo que esgrimen los defensores del reposo urinario. Al orinar de pie el choque entre el chorro y el agua causa (por muy buena que sea nuestra puntería y no siempre lo es) importantes salpicaduras.

Estas salpicaduras pueden no ser perceptibles por el reducido tamaño de las gotas, pero pueden llegar a alcanzar lugares que preferiríamos mantener alejados de la orina como los cepillos de dientes.

Y la orina no es, en realidad, el problema, ya que ésta es una sustancia relativamente aséptica e inocua en términos sanitarios. Es la posibilidad de que ésta “empuje” consigo bacterias y virus relacionados con problemas gástricos, incluida la temida Escherichia coli.

Tendencia al alza. La tendencia a sentarse va en aumento y para algunos es efecto de la Pandemia. En Japón por ejemplo, sucesivas encuestas concluyeron que el número de hombres que orinaban de pie pasó del 51% en 2015 al 58% a principios de 2020 para después dispararse hasta el 70% en la segunda mitad de ese mismo año.

En Europa esta costumbre viene muy asociada a Alemania, donde es habitual encontrar carteles en los servicios pidiendo que se usen desde el asiento.

Curiosas ramificaciones. Pero la ciencia no lo es todo, y el asunto se ha convertido en tema de debate en algunos lugares. Hace unos meses, por ejemplo, un juzgado alemán tuvo que intervenir en favor de un inquilino cuando su arrendatario pidió compensación por desperfectos en el baño de la vivienda alquilada. Nada menos que 3.000€ de fianza.

El litigio venía de largo y el motivo fue que el propietario de la vivienda alegaba que, al orinar de pie, el inquilino había dañado el mármol del suelo del baño al orinar de pie en lugar de sentado.

Por supuesto hay más detractores de este cambio en los hábitos. En alemán, el término Sitzpinkler, es utilizado a menudo con sorna por aquellos que encuentran eso de sentarse para orinar ofensivo y emasculante. Por ahora la división no es tan profunda como el de descalzarse (o no) en casa. Pero el debate promete.