Cuando la franquicia Star Wars anunció que el nombre del episodio VIII sería ‘The Last Jedi’, muchos asumimos que su traducción sería «El Último Jedi», sin plantearnos que ‘the’ pudiese hacer referencias a ‘los’ jedi, en plural; pese a que ‘jedi’ no tiene plural en inglés. Un tiempo después ya supimos que, efectivamente, la traducción era ‘Los Últimos Jedi’.
Algo similar ha ocurrido con las el Vision Pro de Apple. Muchos empezamos a hablar de «las Vision Pro» tras su presentación a principios de mes, haciendo referencia a «las gafas». Para Apple, esto es incorrecto. Apple habla de «el Vision Pro» porque lo considera un ordenador. Un ordenador espacial.
Esto nos retrotrae a algo que Apple ha intentado inocular en nuestro cerebro durante años: la idea de que un iPad es un ordenador.
Definición de ‘ordenador’
El iPad es una proeza técnica y apenas tiene rival en el mercado de tablets (aunque la reciente Pixel Tablet es un buen argumento, pero flaquea en software de terceros). No obstante, no es un ordenador. Es otra cosa, con algunos puntos de unión respecto al Mac, y otros en los que se aleja de él. Y no es malo, y para algunas personas puede ser sustituible, pero no es un ordenador.
Apple tiene en el Mac una herencia, un legado que no puede romper pese a que no va exactamente en la misma dirección que el resto de sus productos. El iPhone y el iPad son dispositivos que solo admiten nuevo software de terceros a través de una vía centralizada por Apple: la App Store.
La Unión Europea ya ha puesto en marcha la cuenta atrás para romper este modelo, pero a fecha de hoy, solo la App Store puede distribuir e instalar software en iPhone y iPad. Es fácil sospechar que a Apple le encantaría haber hecho lo mismo con la App Store para el Mac, que lleva once años en marcha y nunca ha dado la sensación de terminar de despegar. Pero no podía hacerlo. Era tensar demasiado la cuerda.
Sí que ha ido poniendo algunos palos en las ruedas en aras de la seguridad, pero un Mac sigue siendo un ordenador en el que podemos instalar software mediante la App Store, mediante tiendas alternativas como Setapp, mediante una unidad física conectada por USB o mediante la simple descarga web. Sin intermediarios, sin comisiones obligatorios.
¿Es el Vision Pro comparable a un Mac? No, es más comparable al iPad. Apple pudo crear visionOS basado en iPadOS o en macOS, pero escogió lo primero. No hay pistas de que el nivel de personalización, libertad de instalación de software o amplitud de uso de periféricos vaya a ser comparable a la que ofrece un Mac, pero sí a la que ofrece un iPad.
Apple está intentando posicionar el término «ordenador espacial» para que pensemos en el Vision Pro como lo que su artículo, masculino y singular, sugiere: un ordenador. Algo similar a lo que intentó con el iPad en una campaña que incluso protagonizó anuncios televisivos.
El iPad no tiene por qué ser un ordenador, y su grandeza es mayor cuanto menos lo vinculamos a ese concepto. El iPad es inigualable para el consumo multimedia en movilidad, para la edición de documentos usando el Pencil o para la creatividad ilustradora. Cuando pretendemos usarlo como reemplazo del ordenador aparecen las lagunas: algunos procesos no terminan de ser replicables, otros lo son a costa de dar muchos más pasos y por tanto perder más tiempo.
El Vision Pro puede ser un producto fantástico para las experiencias inmersivas de consumo multimedia, juegos, trabajar sobre enormes pantallas u otro tipo de experiencias que irán llegando, pero siguiendo un modelo cerrado como el de iPadOS, el sistema más parecido a visionOS, no serán un ordenador, al menos en la definición que hace de ello el Mac. Y el uso que Apple mostró viendo ampliada la pantalla de un MacBook sigue requiriendo un MacBook. Tratar de hacer como si lo fuese puede llevar a las experiencias frustrantes que a menudo hemos visto en los últimos años con el iPad.