La tormenta de fuego que arrasó Maui, dejando un saldo de al menos 80 personas fallecidas, sumió a cientos de personas en una angustiosa búsqueda de sus seres queridos, muchos de ellos a miles de kilómetros de distancia. La desesperación reinó mientras las familias esperaban noticias y algunas de ellas seguían buscando. Sin embargo, en medio de la tragedia, hubo momentos de alegría y alivio para aquellos afortunados cuyos seres queridos lograron ponerse a salvo y restablecer el contacto.
Leshia Wright, residente de Lahaina, logró escapar a tiempo, llevándose consigo medicamentos y documentos personales. Horas después, llamó a su familia para decirles que estaba durmiendo en su auto, pero su celular se apagó, lo que desencadenó una angustiosa espera de 40 horas para sus seres queridos. Finalmente, logró comunicarse y confirmar que estaba a salvo.
Kathleen Llewellyn, desde Bardstown, Kentucky, buscaba desesperadamente a su hermano en Lahaina, Jim Caslin, quien vivía en una camioneta y tenía problemas de salud. Su ansiedad aumentaba mientras esperaba noticias de él, hasta que finalmente recibió la llamada que tanto ansiaba: su hermano estaba a salvo, después de dos días de huida en medio del caos.
Sherrie Esquivel, desde Dunn, Carolina del Norte, buscaba a su padre retirado en Lahaina. A través de una lista de personas desaparecidas, pudo finalmente obtener noticias de él. Thom Leonard, su padre, sobrevivió escondiéndose detrás de un dique mientras las llamas arrasaban la ciudad. Los bomberos lo escoltaron a un lugar seguro, y aunque había perdido todo en el incendio, estaba a salvo.
En medio de la devastación, la supervivencia de estos individuos proporcionó momentos de alivio a sus familias. La lucha por mantenerse a salvo y el reencuentro con sus seres queridos se convirtieron en testimonios de la resiliencia humana en tiempos de tragedia.