Los Warriors hicieron los deberes en el segundo partido de las Finales y se aseguraron de que estas viajen a Boston con 1-1 en el global. El conjunto de Steve Kerr derrotó a los de Massachusetts de forma clara por 107-88, aprendiendo la lección del Game 1 y no dejando que los visitantes volvieran a la vida en el último cuarto para robar un triunfo que ya parecía quedarse en el Chase Center. Este no fue de hecho un duelo muy distinto al anterior, con la diferencia de que la explosión local en el tercer periodo fue mayor y no dejó posibilidad de reacción.
Y es que, tras una primera parte muy pareja (52-50), los de San Francisco firmaron uno de sus mejores tramos de baloncesto e hicieron a los Celtics transmitir una fragilidad de la que habían carecido a lo largo de estos playoffs. La agresividad defensiva para generar pérdidas y correr, la gran circulación ofensiva y la magia de Stephen Curry para inventar canastas les llevaron en volandas en estos minutos, en los que con un parcial de 35-14 se encargaron de dejar el choque visto para sentencia. La diferencia se disparó aquí por encima de los 20 puntos y llego a ser de 29 al arrancar el cuarto periodo, una brecha que ni un nuevo milagro habría podido eliminar.
Este fue un tramo de brillo colectivo en el que, sin embargo, la figura de Curry destacó como motor del juego ofensivo de Golden State y como chispa que prendió la mecha para generar el estallido. Con 13 de sus 29 tantos en este cuarto, incluidos varios triples marca de la casa, el base dio inicio a la sangría y fue generando un ecosistema en el que sus compañeros se fueron sintiendo cada vez más cómodos hasta poder también aportar. El colofón, sin embargo, lo puso Jordan Poole, que llevaba hasta entonces una noche muy discreta pero que cerró el parcial con dos triples, el segundo de ellos desde el centro del campo y sobre la bocina, para terminar de hundir a unos Celtics que ofrecieron su peor cara.
Sus 18 pérdidas (segunda peor marca en estos playoffs) son uno de los elementos que muestran los problemas que tuvieron los de Udoka para tomarle el puso el encuentro. El buen inicio de Jayson Tatum y Jaylen Brown, que sumaron 13 puntos cada uno en el primer cuarto, les colocó al frente, pero con la llegada del segundo el escolta comenzó a apagarse y los visitantes empezaron a ser demasiado dependientes de la capacidad del alero para inventar canastas. La defensa de los Warriors, que fue de menos a más a lo largo del choque, redujo notablemente sus opciones para generar, algo que llegó a su punto álgido en el ya citado tercer cuarto.
Boston solo anotó cuatro tiros de campo en esos 12 minutos que sellaron el destino del partido y en los que perdieron definitivamente la inspiración de Tatum que había mantenido el choque apretado al descanso. Tras sus 21 tantos de la primera mitad, Jayson no pudo pasar de los 7 en la segunda, aunque aun así sus 28 puntos le hicieron indiscutiblemente el mejor de los suyos, solo seguido por los 17 de un Jaylen Brown muy discreto tras el primer cuarto y los 12 de Derrick White. El alero se redimió en parte de su pobre Game 1, pero veremos si en Boston es capaz de acompañar su mejora con un triunfo de los suyos.