Golden State acaricia las Finales de la NBA. El conjunto de Steve Kerr se ha colocado a un solo triunfo de volver a convertirse en campeón del Oeste tras imponerse en Dallas por 100-109, situándose con una ventaja de 3-0 que les pone el pase en bandeja. Al fin y al cabo, como siempre es necesario recordar, nadie en la historia de la liga ha remontado tal desventaja en una serie a siete partidos, y si dicha estadística no encuentra su primera excepción estos días, los Warriors serán finalistas de la NBA tres años después.
Los californianos se llevaron un choque que empezaron a dejar encarrilado con su enésimo gran tercer cuarto. Si bien en esta ocasión no fue tan arrollador como en otras ocasiones, fue en este tramo donde los Warriors abrieron una distancia que terminaría siendo definitiva, pues, tras 11 cambios de líder en el marcador en la primera mitad, dominaron la segunda de principio a fin de forma contundente. Fue además en este cuarto cuando colocaron su máxima ventaja del choque (64-78), una diferencia que nunca se redujo en exceso y que les permitió llegar al final sin dar lugar a un final apretado.
Estos buenos minutos estuvieron orquestados por la batuta de Stephen Curry, que volvió a firmar un gran partido tanto en la anotación como en al distribución. El base terminó con 31 puntos tras anotar la mitad de sus tiros de campo (10/20, 5/10 en triples), y con sus pases y movimientos sin balón dio lugar a algunos de los tramos de mayor fluidez ofensiva de los suyos, que a ratos volvieron a ser una tormenta perfecta ante la que la defensa local poco pudo hacer. Steph terminó el choque con 11 asistencias en su casillero, pero difícilmente una estadística pueda definir lo que aporta al juego en este sentido.
Algo similar puede decirse de Andrew Wiggins, que dio continuidad a su magnífica serie y fue el aliado perfecto de Curry gracias a sus 27 tantos, 11 rebotes, y la continua agresividad que durante tantos años se le demandó en Minnesota. El alero está entendiendo mejor que nunca lo que necesita el equipo de él en cada posesión, y se está atreviendo a ir hacia dentro para, una vez generada la ventaja, finalizar o aprovechar el continuo flujo de compañeros para potenciar la circulación de balón. Está siendo inmensa la cantidad de situaciones que resuelve para los suyos, catalizando una ataque ya de por sí excelente que saca lo mejor de cada una de sus partes.
Kevon Looney es otra de las ejemplificaciones de esta idea, pues el pívot está siendo un tormento para el juego interior de Dallas con la que posiblemente esté siendo la mejor versión de su carrera. Sin grandes alardes, con 9 puntos, 12 rebotes y 4 asistencias volvió a ser uno de los hombres a destacar por sus aportaciones en la pintura y su buena toma de decisiones fuera de ella, sumando de nuevo un factor de imprevisibilidad a estos Warriors. Con Klay Thompson (19 tantos pero en un 6/18 en tiro), y Jordan Poole (discretos 10 puntos) lejos de su mejor versión anotadora, Golden State necesitaba a otros hombres sumando para el colectivo, y sin duda los encontró.