El sur de Brasil enfrenta una nueva embestida de lluvias, especialmente en Porto Alegre, donde la población lucha por recuperar la normalidad mientras el número de personas desalojadas debido a las inundaciones se duplica en las últimas horas. Las intensas lluvias desde finales de abril han causado crecidas de ríos en el estado de Rio Grande do Sul, afectando a casi dos millones de personas, con un saldo trágico de 116 muertos y 756 heridos. Aún hay 143 personas desaparecidas, y las autoridades advierten que este número podría aumentar, mientras se esperan precipitaciones intensas durante el fin de semana.
El cambio climático se señala como un factor clave en esta catástrofe, que ha obligado a más de 400,000 personas a abandonar sus hogares, con más de 70,000 refugiados en centros de abrigo. A pesar de los esfuerzos por restablecer la normalidad en Porto Alegre, la lluvia persiste, lo que complica aún más la situación. Se pronostican fuertes vientos y granizo para el viernes, aumentando la incertidumbre y la preocupación en la región.
La devastación no solo afecta a la población, sino también a la economía de Rio Grande do Sul, con más de 85,000 viviendas dañadas o destruidas y graves repercusiones en la agricultura y la ganadería, pilares económicos del estado. Los cultivos, especialmente el arroz, han sufrido pérdidas significativas, lo que tendrá consecuencias a largo plazo en la seguridad alimentaria y la economía local.
Este desastre ambiental es resultado de la combinación del cambio climático y el fenómeno de El Niño, según expertos de la ONU. A medida que el clima se vuelve más extremo, con inundaciones, sequías y olas de calor intensas, se refuerza la urgencia de tomar medidas para enfrentar el cambio climático y proteger a las comunidades vulnerables ante estos desastres naturales.