Europa vive actualmente una séptima ola de COVID-19, que se explica en gran parte por la capacidad de las nuevas variantes de eludir la inmunidad, a partir de su resistencia a las protecciones brindadas por la vacunación y anteriores contagios.
Europa cayó, a principios del verano boreal, en una séptima ola de coronavirus marcada por un alza de los contagios en casi todos los países.
Entre las razones está un relajamiento de las medidas de distanciamiento, pero también una reducción de la inmunidad.
Se sabe actualmente que la protección que otorgan las vacunas y las anteriores infecciones se pierde al cabo de algunos meses.
«Las personas que se contagiaron con ómicron BA.1 en diciembre están mucho menos protegidas que a principios de año», resume a la AFP Samuel Alizon, director de investigación en el Centro Nacional de Investigación Científica francés (CNRS).
«Lo mismo ocurre con la inmunidad otorgada por las vacunas: incluso si sigue siendo robusta contra las formas severas, disminuye un poco contra las infecciones menos graves».
Pero esta nueva ola se explica también por el avance de nuevas subvariantes de ómicron, la BA.4 y sobre todo la BA.5, según los científicos.
Estas subvariantes se propagan aún más rápido porque parecen beneficiar de una doble ventaja de contagiosidad y escape inmunitario.
Ya era el caso de la subvariante de ómicron BA.1, que era mucho más capaz que delta de contagiar personas vacunadas o infectadas anteriormente.
Durante mucho tiempo se pensó que un contagio otorgaba protección, al menos durante algún tiempo.
Pero con la familia ómicron parece que no es así, de acuerdo con un estudio del Imperial College británico publicado a mediados de junio.
Los científicos analizaron muestras de sangre de más de 700 trabajadores sanitarios del Reino Unido. Todos habían recibido tres dosis de vacunas contra el covid-19 y habían sido infectados por la cepa histórica o variantes.
Los resultados subrayaron que las personas anteriormente contagiadas por ómicron presentaba una buena respuesta contra la cepa inicial del coronavirus y sus primeras variantes, pero débil con la propia ómicron.
Se pensaba que la infección con ómicron podía casi «ser benéfica, como una suerte de ‘refuerzo natural'», indicó a la AFP Rosemary Boyton, co-autora del estudio. «Lo que hemos descubierto es que estimula mal la inmunidad contra ella misma, o incluso para nada en algunos casos. Esto, y el declive inmunitario tras la vacunación, pueden explicar el aumento masivo que constatamos de nuevo en los contagios, con muchas personas reinfectadas en intervalos cortos».
«Estamos frente a variantes altamente contagiosas, que son un poco agentes furtivos que pasan debajo del radar de las defensas inmunitarias. Es una verdadera complejidad del grupo de ómicron», subrayó la semana pasada Gilles Pialoux, jefe de servicio del hospital Tenon en París.
Estas variantes «muy contagiosas necesitan que aumentemos el nivel de protección de los más frágiles», agregó.
Porque, y esto es una buena noticia, las vacunas siguen siendo eficaces contra las formas grandes de la enfermedad.
Para la mayoría de los países europeos, la prioridad absoluta es que las personas mayores e inmunodeprimidas reciban una segunda dosis de refuerzo.
«Actualmente, el nivel de inmunidad de la población es bueno, pero no perfecto», subrayaba el domingo Alain Fischer, presidente del consejo de orientación de la estrategia vacunatoria francés. «Es por ello que es necesario recomendar un refuerzo a los mayores de 60 años y a las personas frágiles cuyo sistema y memoria inmunitarios son menos robustos».