Un templo tailandés habitado por cuatro monjes se quedó vacío después de que todos los religiosos dieran positivo por drogas y fueran enviados a un centro de desintoxicación.
En una operación rutinaria, los policías acudieron el pasado viernes al templo Sap Kaset Nok del municipio de Bueng Sam Phan en la provincia central de Petchabun y realizaron pruebas de drogas al abad del templo y a tres monjes, que dieron positivo.
Un portavoz policial señaló que el gobernador de la provincia ordenó que los religiosos, que fueron expulsados del monacato, fueran enviados a un centro de desintoxicación, aunque no se presentaron cargos contra ellos.
La medida ha provocado que el templo, situado en una zona rural, se haya quedado vacío, mientras las autoridades religiosas envían a más bonzos para vigilarlo. Tailandia tiene un grave problema de drogas, principalmente debido a la metanfetamina, situación que ha empeorado desde el golpe de Estado en la vecina Birmania (Myanmar), de donde procede gran parte del tráfico de estupefacientes.
El portavoz policial en Bueng Sam Phan afirmó que realizan redadas en escuelas, templos y comunidades para localizar adictos y ayudarles a rehabilitarse. El 90 por ciento de los tailandeses profesa el budismo y en el país hay unos 30.000 templos y 300.000 monjes, según datos de las autoridades.
A diferencia del sacerdocio en las Iglesias cristianas, los budistas pueden ordenarse por periodos cortos de tiempo, aunque también hay quienes se hacen monjes para toda la vida.
En los últimos años han surgido polémicas en Tailandia entre algunos monjes por no cumplir con las normas monacales de austeridad y vivir con lujos y hasta estar implicados en escándalos sexuales o de drogas.