La guerra de Ucrania, el encarecimiento de la energía y las materias primas y la subida de la inflación o el cambio climático condicionarán las elecciones de medio mundo el próximo año y marcarán los debates de las próximas cumbres, una de las cuales dará protagonismo a las relaciones entre Latinoamérica y Europa.
Se trata de la Cumbre Unión Europea, América Latina y el Caribe (UE-CELAC), prevista para el segundo semestre de 2023 -aunque aún no se ha fijado la fecha-, y que coincidirá con la presidencia española de la Unión Europea.
Latinoamérica y Europa recuperan sus cumbres
Desde 2015 no se ha celebrado ningún foro de este tipo y, según el jefe de la política exterior del bloque, Josep Borrell, Europa debe tener más presente a América Latina para cerrar «acuerdos comerciales que están en la nevera (…) transformación digital, cambio climático y construcción de sociedades más equilibradas».
Mucho antes, entre el 24 y el 25 de marzo, la República Dominicana acogerá la XXVIII Cumbre Iberoamericana, bajo el lema «Juntos por una Iberoamérica justa y sostenible» y será la primera enteramente presencial desde la pandemia de COVID-19.
El foro, a juicio de los analistas, se presenta como muy inclusiva, después de que en la Cumbre de las Américas de junio pasado en Los Ángeles el anfitrión estadounidense vetara la presencia de los líderes de Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Otro de los bloques regionales importantes en América, Mercosur, deberá reponerse de las fuertes tensiones internas que ha vivido durante los últimos años protagonizadas por Argentina y Brasil.
Y estará por ver si el bloque sudamericano y la Unión Europea logran destrabar las negociaciones para poner en marcha el acuerdo de asociación firmado en 2019, que aún no entró en vigor por reticencias de algunos de los países.
Brasil tendrá la presidencia del Mercosur en el segundo semestre de 2023, tras recoger el testigo de Argentina, por lo que el nuevo gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva tendrá una oportunidad de acabar con su crisis en la reunión que convocará Buenos Aires a mediados de año.
También Argentina será sede de la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) el 23 y 24 de enero y Sudáfrica de la decimoquinta de los BRICS que reunirá a Brasil, Rusia, la India, China y la nación anfitriona.
Colombia ha anunciado igualmente que tiene intención de convocar tres foros en 2023, probablemente en el primer semestre, para tratar asuntos regionales. Una de esas cumbres será sobre migración, otra reunirá a países amazónicos y una tercera abordará la lucha contra las drogas.
Otro de los eventos internacionales destacados en 2023 será la reunión anual de la OTAN, en Vilna, el 11 y 12 de julio, en un contexto de seguridad imprevisible y en un ambiente en el que el conflicto ucraniano ha devuelto la Guerra Fría al siglo XXI.
Elecciones cada vez más polarizadas tras giro a la izquierda
Tras un año dominado por el ascenso de la izquierda en Latinoamérica cuyo último exponente es el recién investido Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, el continente celebrará en 2023 nuevos comicios probablemente tan polarizados como los últimos y con la crisis económica como fondo.
El año electoral lo inaugura Ecuador el 5 de febrero con unas elecciones locales. Y precisamente esta fecha podría ser la elegida por el Gobierno para confirmar la celebración de un referéndum impulsado para modificar la Constitución en materia de seguridad ciudadana, instituciones y medioambiente.
Paraguay celebrará comicios el 30 de abril de 2023, para los que ya ha iniciado el periodo de propaganda de primarias.
En las votaciones generales se elegirán, además del presidente y del vicepresidente del país, 45 senadores, 80 diputados, 17 gobernadores y los miembros de las juntas departamentales, entre otras autoridades.
Guatemala celebrará el 25 de junio sus elecciones generales para el período 2024-2028, que incluye un nuevo presidente y vicepresidente, además del Parlamento y las 330 corporaciones municipales que componen el país centroamericano.
Dos mujeres de perfil contrapuesto se sitúan en cabeza en algunas encuestas preliminares: la exprimera dama Sandra Torres y la hija del exdictador y acusado de genocidio, Efraín Ríos Montt, Zury Ríos Sosa.
En Colombia el 29 de octubre se elegirán alcaldes, gobernadores, concejos municipales y asambleas departamentales, en unos comicios que servirán para ver si la izquierda se consolida también como fuerza a nivel local y regional tras la elección presidencial de Gustavo Petro.
Argentina también celebrará elecciones presidenciales y legislativas en el segundo semestre con un escenario político muy dividido, tanto dentro del oficialismo como en la oposición.
El peronismo, actualmente en el Gobierno, buscará renovar su mandato en un complicado contexto económico, político y social, con una desbocada inflación que hasta hoy el Ejecutivo no ha podido frenar, altas tasas de pobreza y constantes tensiones internas entre el sector que apoya al presidente Alberto Fernández y el que lidera la vicepresidenta Cristina Fernández, que ha anunciado que no será candidata y, además, hay un fallo judicial que se lo impediría.
En España las próximas elecciones generales todavía no tienen fecha, aunque la legislatura para el actual presidente del Gobierno, el socialista Pedro Sánchez, acaba oficialmente el 10 de diciembre próximo.
Los nuevos comicios serán una prueba para Sánchez, así como para los partidos de izquierda y nacionalistas con los que gobierna en coalición, que podrían perder el Ejecutivo si, tal y como vaticinan algunas encuestas, los conservadores del Partido Popular logran superar en votos a los socialistas y se alían con la ultraderecha de Vox.
Fuera del ámbito hispano, Turquía -actor fundamental en la crisis ucraniana- celebrará antes del 18 de junio unas elecciones que pueden confirmar al islamista Recep Tayyip Erdogan como el presidente turco que más poder ha ejercido desde Kemal Atatürk, fundador del actual estado turco hace 100 años.
En esos comicios se verá hasta qué punto su partido, el islamista AKP, aguanta el desgaste de 20 años en el poder y el grado de polarización de la sociedad turca, dividida casi por la mitad entre partidarios y detractores de Erdogan.