Según afirman los expertos, los perros no solo pueden tener demencia como los humanos, sino que la disfunción cognitiva canina (CCD), como se conoce más oficialmente a la demencia canina, aumenta cada año para los cachorros de 10 años o más.
Así lo afirma una nueva investigación del Dog Aging Project que indica que encontraron que la actividad puede influir en la probabilidad de que un perro desarrolle la afección, y los animales inactivos corren el mayor riesgo. Cuando hablamos de CCD nos referimos a un síndrome de comportamiento que afecta a los perros viejos y que comparte similitudes con la enfermedad de Alzheimer humana.
La nueva investigación identificó la edad de 10 años como un momento crucial para los perros que envejecen, ya que después de esto, su riesgo de contraerla aumenta en más del 50%. Cuentan en su trabajo que los perros que han pasado la década, cada año adicional de vida representa un aumento del 68% en el riesgo de un diagnóstico de CCD. Si bien la inactividad se asoció con un riesgo 6,47 veces mayor de CCD, aún no se sabe si esa asociación está relacionada con la inactividad que causa CCD o la CCD es la que causa inactividad. Según los autores:
«Ahora se requieren más investigaciones para establecer la naturaleza causal de estas asociaciones de mayor riesgo, sugerimos que las estimaciones de la vida útil podrían ser una herramienta útil para que los veterinarios decidan si deben o no examinar a un perro para CCD«.
Un trabajo que sigue el legado de otros anteriores donde se había indicado que algunos signos físicos también pueden ser un indicador útil para detectar CCD. Un estudio de 2019 revisó perros a través de un cuestionario complementario y descubrió que una visión y una percepción del olfato más deficientes, temblores, balanceos o caídas y una cabeza caída se asociaron significativamente con CCD.