Luego de años doblegando a Washington a su voluntad con un solo tuit, Trump estuvo, al menos por un momento, menoscabado.
Era un presidente republicano de un solo mandato rechazado por los votantes y después por grandes sectores de su partido luego que su negativa a aceptar su derrota electoral de 2020 culminara en una insurrección en el Capitolio de Estados Unidos que hizo que los legisladores huyeran para salvar sus vidas.
Algunos miembros de su gabinete habían discutido la posibilidad de invocar la 25ta Enmienda, al considerarlo incapaz de seguir en el cargo. Plataformas de redes sociales le prohibieron su acceso a ellas y se convirtió en el primer presidente a quien se enjuició políticamente dos veces.
Y cuando abandonó Washington, la capital del país todavía se recuperaba de la violencia de sus partidarios, y parecía una fortaleza de seguridad con escaparates tapiados y vehículos militares en las calles.
Al pasar tres años, Donald Trump está muy cerca de ofrecer un giro importante.
Con victorias contundentes en las dos primeras contiendas para la nominación de 2024 y amplias ventajas en las encuestas en los estados que siguen, Trump se acerca rápidamente a la nominación republicana. Ya es el primer republicano no en funciones en ganar las elecciones del partido tanto en Iowa como en New Hampshire, y tuvo el mayor margen de victoria en la historia de los caucus de Iowa.
Se espera que su posición mejore la próxima semana con un triunfo en las asambleas partidarias republicanas de Nevada. Su última rival republicana, Nikki Haley, se saltará los caucus a favor de una primaria competitiva, que no otorga delegados.