COOPERSTOWN, Nueva York – Tony Oliva ha pasado tres cuartas partes de su vida en Estados Unidos, pero su corazón sigue en Cuba, de donde salió hace seis décadas sin imaginarse lo complicado que sería regresar.
En medio del ruido por las festividades del fin de semana del Salón de la Fama del béisbol en Cooperstown, Oliva aprovechó para mandar un mensaje a sus compatriotas en Cuba, donde irónicamente no es tan conocido como en el resto del mundo.
«Yo nací en Cuba. Los primeros 21 años [de mi vida] estuve en Cuba. Soy ciudadano americano y cubano, pero mi corazón siempre está en ´cubita´ y Estados Unidos», dijo Oliva el sábado, durante la conferencia de prensa del día previo a la ceremonia de exaltación al Salón de la Fama.
«Uno nunca olvida donde nació», dijo Oliva. «Estoy agradecido por el apoyo que he recibido por los cubanos que están en Estados Unidos. Le mando mucho saludo y recuerdo [a los que están en la isla]. Este triunfo no es solamente mío, es de todos los cubanos, los que están en Cuba y Estados Unidos», agregó.
Oliva, un ocho veces Todos Estrellas que ganó tres títulos de bateo y dos campeonatos de la Serie Mundial y tuvo promedio de .304 en 15 temporadas con los Mimesota Twins (entre 1962 y 1976), fue elegido en diciembre al Salón de la Fama, junto a su compatriota Orestes Minnie Miñoso (fallecido en 2015), por uno de los comités de eras de Cooperstown.
La clase del 2022, además, incluye a Bud Fowler, Jim Kaat, Buck O´Neil y Gild Hodges, quienes también entraron vía comités especiales, mientras que el jonronero dominicano David Ortiz fue el único aprobado con el voto de la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA).
Oliva, de 84 años, fue firmado al profesionalismo por los Twins en La Habana, capital de la mayor de las Antillas, en los primeros días de abril de 1961, y partió a Estados Unidos con la idea de regresar al final de la temporada.
Pero muy poco tiempo después ocurrió un episodio que cambiaría las relaciones entre Cuba y Estados Unidos y marcaría las vidas de los habitantes de la isla caribeña por las siguientes seis décadas: Un grupo de exiliados cubanos, con el apoyo de la Casa Blanca, intentó derrocar al recientemente instalado gobierno, liderado por Fidel Castro, durante la malograda «Invasión de Bahía de Cochinos».
Al igual que ocurrió con muchos de sus compatriotas, Oliva tuvo que decidir entre quedarse jugando pelota en Estados Unidos o regresar a su país y olvidarse de la posibilidad de alcanzar las Grandes Ligas algún día. Su familia le recomendó quedarse donde estaba.
El miembro del Salón de la Fama, David ‘Big Papi’ Ortiz, presenta su serie BIG PAPI S PLACES , una expansión de la franquicia Peyton s Place, centrada en el béisbol y exclusiva para ESPN.
«Fue duro porque no conocía a nadie y toda mi familia estaba en Cuba. Para empeorar, nadie sabía exactamente cuándo podríamos regresar», dijo Oliva, quien eventualmente pudo volver a su país a mediado de los años ochenta, una década después de que concluyera su carrera en Grandes Ligas.
La ruptura no fue solamente comercial y política. El régimen de Castro eliminó el deporte profesional y prohibió la difusión de las Grandes Ligas en Cuba. Básicamente, el ciudadano común en Cuba sabe muy poco sobre Oliva y los otros grandes peloteros cubanos que brillaron en Estados Unidos y otros del mundo en los últimos 60 años.
El nombre de Oliva, el sexto cubano en el Salón de la Fama –pero el tercero, junto a Miñoso y Tany Pérez, por sus logros en las ligas mayores-no ha sido destacado por los medios oficiales de la isla ni cuando se anunció su elección hace siete meses ni tampoco en la víspera de su exaltación. Martín Dihigo, Cristóbal Torriente y José de la Caridad Méndez, elegidos por su rol en las ligas negras de principios del siglo XX, fueron más destacados.
«Es triste que nosotros crecimos en Cuba sin esos ídolos. No solo Oliva, Miñoso y Pérez, sino incluso la cantante Celia Cruz y otros. Nos negaron esos momentos de orgullo», dijo el periodista Damián Delgado Averhoff, quien abandonó Cuba en el 2011.
Oliva, sin embargo, recibió un agradable regalo desde Cuba para la ceremonia del Salón de la Fama. Su hermano Juan Carlos, un ex lanzador de la selección nacional cubana, recibió una visa especial para viajar desde Pinar del Río, al oeste de La Habana, hasta Cooperstown.
«Es maravilloso, un sueño. Dios es muy bueno conmigo», dijo Oliva. «Tener a mi familia y a mi hermano juntos en un momento tan importante es algo que nunca imaginé», apuntó.