En los últimos años hemos contado que las escuelas de Texas ofrecerán kits de ADN para identificar a niños en tiroteos, que sus tiendas lanzarían rebajas de hasta el 50% en armas de fuego por la cercanía de la “vuelta al cole” o de la ley que permitiría llevar espadas y armas blancas de gran tamaño en lugares públicos. Ahora han subido la apuesta.
Básicamente, los legisladores del estado de Texas, y tras años de estancamiento ante soluciones de los republicanos, creen necesario ofrecer capacitación en “control de hemorragias” a niños que aún no están en los dos dígitos de edad.
En esencia, hablamos de una enmienda propuesta recientemente que requeriría que los distritos escolares reduzcan la edad en la que se ofrece capacitación sobre cómo detener la pérdida de sangre a los “estudiantes… en tercer grado o superior”.
Dicho de otra forma, a niños de entre ocho y nueve años.
Estoy seguro que en muchos lugares del planeta se podría ver de otra forma: en lugar de dificultar la obtención de armas, parece que la esquizofrénica idea es que simplemente se comience a enseñar a los niños a tratar las heridas con armas de fuego.
Lo cierto es que, como decíamos al comienzo, en los últimos años hemos visto de todo. Desde estaciones de control de sangrado hasta mochilas a prueba de balas, ha surgido una industria gigante que no hace nada para prevenir la violencia armada. Al menos desde el lugar del planeta donde escribimos la mayor parte de Gizmodo en Español, sorprende que Estados Unidos no esté dispuesto a hacer nada para que los niños estén más seguros.
La simple idea o proposición de normalizar en la mente de los más pequeñosque una herida de bala es “normal” y que hay que saber cómo actuar en medio de un tiroteo, es demencial, eso sin contar lo traumático que sería para unos críos.
Por cierto, al mismo tiempo, el republicano de Texas Ken King ha propuesto un proyecto de ley que pagaría a los maestros y al personal de las escuelas públicas hasta $25.000 por portar armas en la escuela.