TDAH. La sigla resulta difícil de pronunciar. Y más complejo para muchos recordar de qué se trata: trastorno por déficit de atención e hiperactividad. Sin embargo, es una condición frecuente en las consultas de neuropediatría, con una prevalencia de entre el 4 y el 5%, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y estudios epidemiológicos realizados en distintos países.
Y contrariamente a lo que se pensaba hace unos años, el TDAH no es no es sólo una condición que se encuentre en la infancia, sino que más del 60% de los niños que tienen este diagnóstico, persisten con sintomatología evidente en la adultez.
De allí la importancia de que haya un Día Internacional del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, que se conmemora hoy en todo el mundo, con el propósito de informar y concientizar a la sociedad sobre esta condición.
¿De qué hablamos cuando hablamos de TDAH?
Se trata de uno de los trastornos del neurodesarrollo más frecuentes de la niñez.
Según definió en diálogo con Infobae el médico pediatra Fernando Burgos (MN 81.759), miembro de la Subcomisión de Medios y Comunicación de Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) y del Departamento Científico de la Fundación Vacunar, “el trastorno por déficit de atención e hiperactividad es una afección crónica que se incluye dentro de lo que se llama la neurodiversidad”. “Es decir, niños y personas adultas muchas veces tienen este trastorno que básicamente se basa en un trastorno conductual”, puntualizó.
“Los expertos sostienen que es una condición habitual en niños de edad escolar y, generalmente, un gran porcentaje de ellos tienen algún familiar que ha sido tratado por el trastorno o que presenta algunas características de diversa intensidad”, agregó a su turno la médica psiquiatra infantojuvenil y directora del Departamento Infantojuvenil de Ineco Andrea Abadi (MN 76.165).
¿Cuál es la causa del TDAH?
“Si bien su origen es neurobiológico, existen factores que pueden llevar a que los síntomas se expresen en mayor medida”, destacó Abadi en este punto.
Mientras que Burgos sumó: “No está definida una causa única; hay algunas hipótesis que tienen que ver con factores genéticos, exposiciones ambientales -por ejemplo personas que están expuestas al plomo-, el consumo de alcohol o drogas durante el embarazo, en algunos casos también el bajo peso al nacer o lo que se llama retraso de crecimiento intrauterino -niños que han sido prematuros- o inclusive también se postulan algunos efectos emocionales del entorno”.
Y tras asegurar que “esto todavía no está definido”, señaló que “podría decirse que su origen es multicausal. Es uno de los tantos trastornos de la neurodiversidad y básicamente tiene su causa en una afección genética”.
¿Cómo reconocer si un niño o un adulto tiene TDAH?
Según Burgos, en los niños, este tipo de trastornos está caracterizado por “la hiperactividad, el no poder quedarse quietos, la impulsividad, tener conductas oposicionales, la baja autoestima, muchas veces bajo rendimiento escolar”. Y amplió: “Inclusive en adolescencia, tener consumos problemáticos, mala relación interpersonal, muchas veces falta de sociabilización, ira y enojo por motivos que el entorno no comprende son algunas características de este trastorno”.
Y tras aclarar que “la falta de atención también se puede presentar sin hiperactividad”, destacó que “sobre todo son personas impulsivas, muy inquietas y con baja autoestima, que esto incluye por supuesto el bajo rendimiento escolar y trae aparejados trastornos de sociabilización y muchas veces de aprendizaje”.
En este punto, Abadi señaló que “si bien los tratamientos demostraron ser sumamente efectivos en la población infanto juvenil, el problema surge cuando aún existiendo dificultades académicas, sociales o conductuales, por desconocimientos o ideología el individuo no recibe el diagnóstico o tratamiento adecuado”.
En ese sentido, enumeró algunas señales de alerta que familiares o personas cercanas deberían tener en cuenta:
– Dificultad para prestar atención o la fácil distracción
– Falta de atención en los detalles, errores en las tareas por descuido y desprolijidad
– Dificultad para escuchar
– Poca capacidad para esperar su turno e impaciencia
– Inquietud: no puede quedarse sentado, corre o trepa de manera excesiva
– Hablar de forma excesiva
– Interrupciones frecuentes en las conversaciones de otros
“En el consultorio vemos casos de adultos que presentan estas características y manifiestan haberlas tenido durante toda su infancia y por incomprensión o desconocimiento, tanto de ellos como de sus familias y los profesionales, nunca se habían tratado anteriormente de forma adecuada”, destacó el licenciado en Psicología y director académico de Fundación Ineco, Pablo López (MN 36.163).
Es por este motivo que destacó que, “por lo tanto, es importante detectarlo a tiempo para poder colaborar con un tratamiento que aliente a la mayor integración posible”.
¿Cuál es el impacto en la vida diaria de quien lo padece?
En la mirada de la psiquiatra, “los niños y adolescentes pueden llegar a presentar dificultades académicas, sociales o conductuales de diferente índole”. “Cotidianamente pueden presentar errores en las tareas que llevan a cabo, dificultad para concentrarse, impaciencia, inquietud, entre otras cuestiones -especificó-. Además, estos niños o adolescentes en general presentan dificultades para regular sus emociones, les cuesta manejarse en situaciones en las que se sienten frustrados o no logran sus objetivos”.
Para Burgos, “el impacto en la vida diaria es complejo porque habitualmente estos niños son socialmente excluidos, o muchas veces cuando comienzan el jardín o el colegio por el hecho de que sean hiperactivos se los acusa de tener mala conducta, se los pone en penitencia, se cita muchas veces a los padres y esto crea un trastorno social para la familia y para el niño”.
Por eso, para él, “cuando aparecen estos síntomas donde el niño no puede quedarse tranquilo, inclusive si mueve todo el tiempo las piernitas aun sentado, salta, tiene trastornos del sueño, está enojado o con ira permanente o con estados de berrinches persistentes, la consulta tiene que ser rápida y el pediatra habitualmente es quien dirige la consulta tratando de hacer un diagnóstico en conjunto con un neurólogo, psicólogo e inclusive un psiquiatra”.
En el caso de los adultos, “el TDAH afecta significativamente varias dimensiones de la vida cotidiana: las relaciones interpersonales, el rendimiento en el estudio y el trabajo”, agregó López, quien destacó que “a su vez, está frecuentemente asociado a síntomas de ansiedad, depresión y abuso de sustancias”.
De acuerdo con estudios especializados, la afectación del TDAH posiblemente sea mayor en personas que no han sido diagnosticadas en la infancia, situación frecuentemente observada tanto en las investigaciones como en la práctica clínica.
¿Cómo se llega al diagnóstico de TDAH?
Tanto en la etapa de diagnóstico como el tratamiento debe tener carácter multidisciplinario (Getty)
“Todas estas manifestaciones se visualizan ya a partir de los tres o cuatro años, sobre todo cuando el niño ingresa en la etapa preescolar”, comenzó a explicar Burgos en este punto.
Y ahondó: “El diagnóstico se hace mediante tests conductuales, que se inclusive se llevan a cabo con el colegio y por supuesto con los padres del niño respondiendo sobre algunos ítems que permiten valorar su conducta”.
Y tras señalar que “inclusive el pediatra del niño puede derivar a pediatras especializados en neurodesarrollo, psicólogos y especialistas en trastornos conductuales”, el especialista de la SAP remarcó que “en algunos casos se hace una evaluación neurológica y se pueden llegar a pedir estudios de imágenes, resonancia magnética o tomografía, para descartar lesiones cerebrales, así como estudios auditivos y visuales”.
¿En qué consiste el tratamiento?
Tras realizarse un diagnóstico y conocer el perfil cognitivo y conductual del paciente, se podrá establecer el tipo de tratamiento que precisa.
En esta instancia, según Abadi, “si se diagnostica al paciente y se lo trata de manera adecuada, en función de sus necesidades, podrán controlarse las consecuencias que el TDAH puede tener en su vida diaria”.
“Una vez hecho el diagnóstico, se comienza con una terapia de apoyo, que incluye un trabajo interdisciplinario entre el colegio, la familia y los especialistas psicólogos, psicopedagogos, muchas veces neurólogos, psiquiatra y pediatra”, aportó Burgos, quien remarcó que “el tratamiento básicamente es conductual y, en algunos casos de hiperactividad o déficit de atención complicados, se utilizan algunos medicamentos para mejorar la atención del niño y de esa forma mejorar su aprendizaje”.
En la misma línea, la especialista de Ineco insistió en este punto no menor: “Existen diferentes maneras de tratar este trastorno, no todo niño con TDAH debe ser medicado. En algunos casos, los pacientes pueden manejar sus síntomas con terapias que contribuyen a mejorar diferentes áreas en las cuales lo requieren, tales como la planificación, resolución de problemas, toma de decisiones, regulación emocional entre otras. La terapia cognitiva conductual es, por ejemplo, de gran ayuda para tratar casos de este tipo. En cambio, en otras ocasiones, sí es necesaria una medicación, pero ello dependerá del caso de cada paciente”.