Siempre habíamos «matado» las células cancerosas para curar el cáncer. Ahora tenemos otra idea: curarlas

La mayoría de los tratamientos contra el cáncer (como la quimioterapia o la inmunoterapia) buscan acabar con las células cancerosas. Pero, ¿y si las pudiéramos curar? Algunos investigadores intentan lograr esto a través de la llamada terapia de diferenciación.

Las células madre son células cuya función es, simplemente, transformarse en otras, son células precursoras de otras. Existen sin embargo dos categorías de células madre.

Por una parte las embrionarias, más flexibles que preceden a las células de todo nuestro cuerpo, pueden convertirse en neuronas o en células de nuestra epidermis. Y por otra las células madre adultas o diferenciadas, que sólo pueden adquirir la forma de células de una categoría concreta, como las células de un tejido u órgano específicos.

La clave está en que algunas células cancerosas se comportan igual, como células madre que cambian su estructura para convertirse en otro tipo de célula. Y esta célula puede no ser cancerosa. Algunos investigadores tratan ahora de hacer que estas células madre cancerosas “maduren” o se diferencien para así limitar su capacidad de mutar en nuevas células tumorales. Es la llamada terapia de diferenciación.

Pero forzar que las células cancerosas simplemente muten en células sanas no es una tarea fácil. Entre los equipos que estudian estas terapias se encuentran los investigadores de la Pritzker School of Molecular Engineering de la Universidad de Chicago Huanhuan Joyce Chen y Abhimanyu Thakur.

Estos investigadores explican cómo intentan hacerlo, a través de hormonas y citoquinas, unas proteínas involucradas en la comunicación entre las células. Tras observarse que hormonas y citoquinas podían estimular las células madre para madurar y perder su habilidad de regenerarse “se concluyó que forzar a las células madre cancerosas a diferenciarse en células más maduras podría subsiguientemente evitar que se multiplicaran descontroladamente, convirtiéndolas en células normales.

Como continúan los propios Chen y Thakur, este tipo de terapias llevan años utilizándose contra un tipo concreto de cáncer, la leucemia promielocítica, un cáncer que aparece en la sangre. En este caso, la terapia involucra bloquear la maduración de las células mieloides, células presentes en nuestra sangre.

Etapas preliminares. Pese a los buenos resultados en la lucha contra la leucemia, el uso de esta terapia en otros tipos de cáncer está aún lejos. Por ahora para que este tipo de terapias sean eficientes requieren su uso conjunto con otros tratamientos, explican los investigadores de la Universidad de Chicago. También señalan cómo la terapia puede llegar a tener efectos adversos en el desarrollo de los tumores.

La terapia de diferenciación tendrá que demostrar su seguridad si quiere pasar a formar parte de las herramientas que tenemos a nuestro alcance en la lucha contra el cáncer. También deberá demostrar su eficacia a la hora de hacer desaparecer o, al menos reducir el riesgo que puedan suponer los tumores.

Éste no es el único tratamiento que propone “reprogramar” células cancerosas como forma de combatir los tumores. Células reprogramadas también podrían ser utilizadas para matar a tumores e incluso entrenar a nuestro sistema inmune para evitar el cáncer vuelva a aparecer.

Esto puede hacerse a través de células madre como en el caso de la terapia de diferenciación o a través también de la edición genética de las propias células cancerosas. Es este último mecanismo, estudiado ya en ratones, que podría llegar a evitar el regreso de algunos tumores.