Si queremos colonizar la Luna, antes tenemos que resolver un problema nada trivial: decidir qué hora tiene

El 23 de septiembre de 1999, después de diez meses de viaje y 125 millones de dólares, la sonda Mars Climate Orbiter se estrelló en Marte por el motivo más ridículo y surrealista que puede imaginarse: a alguien se le olvidó convertir las millas en kilómetros.

Este es el mejor ejemplo de que, en el espacio, cualquier mínimo detalle puede convertirse en un enorme problema. Y sí, por «mínimo detalle», me refiero a la hora, por ejemplo.

Porque… ¿Qué hora es en la Luna? En el espacio, lo habitual es calcular el tiempo en función de la hora de la Tierra. Eso es lo que llevamos haciendo durante el último siglo. El problema es que, hasta ahora, el volumen de misiones en el espacio profundo era pequeño. Es decir, era manejable.

Ahora mismo, las misiones en la luna usan antenas de espacio profundo para mantener los sistemas sincronizados con el tiempo terrestre. Algo simple, básico y directo. Demasiado simple, de hecho.

En los próximos años, con más de una docena de misiones lunares planteadas y la firme voluntad de establecernos de forma permanente en su superficie, la Luna se va a convertir en un hervidero de proyectos con zonas horarias distintas. Eso es sinónimo de problemas.

Y, claro, eso preocupa a la ESA. Al fin y al cabo, como señalaba la Agencia Espacial Europea esta misma semana, la solución es sencilla: una zona horaria estándar propia. Algo que no solo facilitaría la colaboración entre las distintas agencias, sino que (como ocurre con los sistemas GPS en la Tierra) permitiría una coordinación y sincronización muy precisas en la superficie lunar.

El asunto es que no es algo sencillo. De hecho, hay muchísimos inconvenientes: ¿Cómo lo hacemos? ¿Debería vincularse al tiempo en la Tierra o debería ir por libre? Si va por libre, que sería lo mejor… ¿cómo lo ponemos en marcha? ¿Qué tecnología usamos? Los relojes en la luna ganan aproximadamente 56 microsegundos por día (es decir, funcionan un poco más rápido que los relojes en la Tierra) y los días, en el ecuador, duran casi un mes (29,5 días).

Pero, más allá, hay un serio problema de gobernanza. Al fin y al cabo, ¿quién se encarga de gestionar eso? No está de más recordar que no hay ninguna autoridad extraplanetario y, teniendo en cuenta que EEUU y China ni siquiera colaboran a nivel espacial, diseñar una forma de ponernos de acuerdo va a ser tarea casi imposible.