Durante los últimos 35 años, una extraña señal de radio ha estado llegando a la Tierra cada 21 minutos, proveniente de un púlsar llamado GPMJ1839-10. Los púlsares son estrellas de neutrones con campos magnéticos fuertes que giran alrededor de un eje, emitiendo señales electromagnéticas como faros.
Lo que hace especial a este púlsar es que su frecuencia de pulso es extremadamente baja, mucho más de lo que los científicos creían posible. A pesar de que no es el primer púlsar más allá de esta frontera teórica, es el que más se aleja de ella. Sus señales han llegado a la Tierra desde el año 1988.
El descubrimiento de este objeto desafía el conocimiento actual sobre púlsares y magnetares, que son objetos exóticos y extremos en el universo. El hallazgo fue posible gracias al radiotelescopio Murchison Widefield Array en Australia, y posteriormente se utilizaron otros instrumentos en la Tierra y en órbita para confirmar su existencia.
Este descubrimiento también podría arrojar luz sobre otro misterio cósmico, las ráfagas rápidas de radio (FRB), señales misteriosas que nuestros telescopios captan ocasionalmente y cuya naturaleza aún está por descubrir.
Los púlsares también han sido protagonistas de uno de los mayores descubrimientos científicos del último año: el fondo de ondas gravitacionales de nuestro universo. Su naturaleza regular ha permitido a los investigadores identificar ondas gravitacionales, lo que ha revelado información valiosa sobre el espacio-tiempo.
En resumen, el descubrimiento de GPMJ1839-10 es un hito importante en la comprensión de los objetos cósmicos más extremos y puede tener implicaciones significativas en nuestra comprensión del universo.