Sabina, qué bien cantas! El | Babelia

Cuando los registros de tributos comenzaron a grabarse en España a mediados de la década de 1990 como una forma de relanzar la carrera de las viejas glorias ante nuevos públicos, Joaquín Sabina se mostró reacio a rendir homenaje. A diferencia de otros miembros destacados de su generación, como Aute o Serrat, su carrera comienza una década más tarde y se consolida comercialmente a fines de los años ochenta, alcanzando su pico de reconocimiento masivo con el álbum. 19 días y 500 noches (1999) El único precedente de este homenaje que ahora se presenta fue Entre todas las mujeres (2003), un álbum producido por Víctor Manuel en el que 13 cantantes femeninas celebraron el repertorio del ubetense.

Como los homenajes en la vida siempre tienen algún entierro temprano, el álbum está subtitulado con humor No tan joven, no tan viejo, jugando con el título de esa balada de 1996, en la que Sabina recordó su intensa vida y desmarcó a sus compañeros presumiendo en el estallido de continuar en la brecha: "Entonces, por ahora, nada adiós chicos / me quedo dormido en el entierros de mi generación; / Me invento todas las noches, todavía me emborracho; / tan joven y tan viejo, como una piedra rodante"

Homenaje a Sabina Es una apuesta ambiciosa de los sellos Sony y Warner en la que cada una de las canciones ha sido producida independientemente por los involucrados. 38 cantantes y 32 estudios de grabación para 25 canciones. Sabina, que cumplirá 71 años en febrero, autorizó el homenaje pero se ha mantenido fuera del proceso, hasta el punto de que el lanzamiento coincide con la tercera gira latinoamericana que realiza con Serrat, una buena excusa para deshacerse de cualquier tipo de promoción.

Fito Cabrales y Coque Malla interpretan su versión de & # 39; Noise & # 39 ;, una canción que abre el Tribute to Sabina.



El equipo de cantantes que rinden homenaje es tan variado en edad y estilo que hará que los oyentes, de acuerdo con sus pasatiempos, reciban el resultado con entusiasmo desigual. Se destacan las ausencias de Jorge Drexler, C. Tangana, Juan Luis Guerra y Rosalía, que no se pudieron agregar debido a problemas de agenda. Pero ahí están resolviendo con altura el desafío Alejandro Sanz (Contigo), Fito y Coca-Cola Mesh (ruido), Clan M y Alejo Stivel (A los cuarenta y diez), Niño de Elche y Guitarricadelafuente (Cerrado por derribar), Rubén Pozo y Lichis (Digamos que hablo de Madrid), Macaco y Carlos Tristeza (Querer…), Robe (Calle melancólica), Vanesa Martín (Tambien se como tocar mi boca), BastPacto entre caballeros) o Los Rodríguez, reunidos después de veinte años para grabar Princesa. Supongo que los amantes de las pruebas más melódicas valorarán el trabajo de Pablo Alborán, Pablo López, Manuel Carrasco, Andrés Suárez o Ismael Serrano. También está Melendi. Y si me parece defectuoso (especialmente en comparación con la versión que hizo Adriana Varela en su día) la interpretación de Amaral y Manolo García de Con la frente marchita, seguramente emocionará a muchos; y lo mismo vale para los poco convincentes En el borde de la chimenea en la voz de Serrat y Rozalén o Y todavía tonificado por Dani Martín y Zahara. Sin embargo, parece que lo más discutido es la propuesta que hacen Mikel Erentxun y Rufus T. Firefly Lo niego todo, que para mí tiene la virtud de ir en contra de lo predecible.

Hay mucho en este álbum doble, incluido un lugar para una gracieta perpetrada por Benjamin Prado, quien se atreve a reescribir 19 días y 500 noches ponerlo en la boca del destinatario explícito de la rumba original; Travis Birds no lo hace mal, pero los escombros de Prado se convierten en una caricatura involuntaria de lo peor de Sabina. Una demostración de la dificultad que implica alcanzar la excelencia en la canción popular, en la que el requisito de dar brillo a los lugares comunes no se puede confundir con el vicio de los temas que riman.

& # 39; Y nos dieron los diez & # 39; convertido en himno de taberna por Melendi, Rozalén, Fito Cabrales, Zahara, Coque Malla, Funambulista, Ismael Serrano, Rubén Pozo, Carlos Sadness, Macaco, Lichis, Andrés Suárez, Alejo Stivel, Mara Barros y Travis Birds, 15 de los participantes en & # 39; Homenaje a Sabina. Ni tan joven ni tan viejo. & # 39;



Quizás la decisión más discutible ha sido interpretar la mayoría de las canciones como un dúo, para favorecer la celebración del repertorio de la intimidad, que casi siempre es la historia de un hombre solitario. El personaje de Sabina, construido verso por verso en el calor de su audiencia, es un vívido con muchos disparos, primo de Epicuro que nos hace con sus participantes de la historia en sus experiencias sentimentales. El desacuerdo entre persona y personaje causado por problemas de salud, el famoso "marichalazo", como él mismo lo definió, y las depresiones que siguieron, no cambiaron su papel en el imaginario colectivo. Aunque en sus últimos álbumes aparecen nubes negras o intentos de marcar distancia con el disfraz, para el respetable sigue siendo ese burlón que se detiene por un momento para contarnos sus aventuras, dando a sus oyentes esa ración de épica y estética que, según Vázquez Montalbán, era esencial para los mortales continuar viviendo con la cabeza sobre los hombros.

Sabina, qué bien cantas!



Si el significado de los versos de Sabina es evasivo para una dramatización de la Pimpinela, tampoco sus canciones se casan bien con ciertas personalidades vocales. Sabina alcanza su cenit creativo cuando su voz se graba sin ocultar lo que él llama "el gargajo": "Has logrado quitarme el gargajo. Finalmente escucho los mocos", dice Juan Puchades, quien dijo a los técnicos en la grabación de 19 días y 500 noches. Eso es cuando el fondo y la forma se fusionan, estableciendo el estándar de lo que entendemos por la mejor Sabina. Es cierto que se ha definido a sí mismo como un cantante y compositor, especificando que el cantante y compositor era "uno que quería ser poeta y no sabe cantar", pero, al menos en este último, él no es correcto. Un buen cantante es aquel que hace creíble lo que canta. Y esa probabilidad de que Sabina logre no se logra ni siquiera por la mayoría del nuevo grupo de cantantes que pecan en general por afectación, recreando algunos en gorgoritas finas, otros imponiendo las voces de los niños, muchos relajando la vocalización e, incluso, en casos seleccionados, abuso de respiraciones masturbadas o una nariz desagradable. No digo que estos recursos expresivos no puedan usarse al servicio de otras canciones, pero es difícil no sonar falso cuando se usan aquí. El homenaje tiene muchos logros, solo que, a veces, uno no puede dejar de pensar: Sabina, ¡qué bien cantas!