Sé que hay algoritmos en blanco y negro, mansos, valientes, fieles, traicioneros y tortuosos; También sé que son muy versátiles, ya que se pueden comer en ensalada, a la parrilla o en locrium; sirven como bestia de carga, como guardianes e incluso como picantico en sancochos electoreros. Creo que todo ciudadano debe ejercer el derecho a tener su algoritmo, gran conquista de la democracia. Entonces, no hay razón para maldecirlo, porque más bien merece una bachatica o un buen merengue en reconocimiento de sus méritos innegables … (Que Juan Luis Guerra puso la música, porque los cinco compositores de la JCE ya escribieron la letra).