Tiros en las calles, barricadas, neumáticos quemados, niños sin escuela, la residencia privada del primer ministro, Ariel Henry, atacada, y el Aeropuerto Internacional Toussaint Louverture bloqueado por policías armados. ¿Qué está ocurriendo en el empobrecido Haití?
En medio de la profunda espiral de violencia que sufre el país, las muertes y desapariciones en cadena de policías han encendido, una vez más, la llama en las calles en Puerto Príncipe, capital del país. Esta vez, los uniformados han salido en protesta por los homicidios de sus compañeros.
La Red Nacional para la Defensa de los Derechos Humanos (RNDDH) condenó los «asesinatos en serie de agentes» de la Policía Nacional de Haití (PNH) y el «acelerado deterioro de la situación». Y arrojó algunos datos de 2023: 14 agentes de la PNH han sido asesinados, dos resultaron heridos de bala por bandas criminales y otros dos se encuentran en paradero desconocido.
«Desatendidos por las autoridades estatales, parecen ser el objetivo preferido de los bandidos armados», apuntó en un comunicado, donde arremetió contra el primer ministro, porque, desde su punto de vista, los criminales «se han visto reforzados» desde que Henry llegó al poder.
«Se han vuelto más arrogantes en su modo de operar y expanden su territorio un poco más cada día, atacan regularmente a los funcionarios de la PNH», destacó.
También añadió otras cifras alarmantes. Desde el 21 de julio de 2021, día en el que Henry tomó posesión, 78 policías han sido asesinados. La organización nombra a cada uno de los agentes con nombre y apellido, la fecha del homicidio y el lugar en el que sucedió o donde se encontraron los cuerpos.
La ONG acusa directamente al jefe del Gobierno, que dirige el Consejo Superior de la Policía Nacional, y al director general de la PNH, Frantz Elbé –que el jueves declaró el «estado de máxima alerta»–, de ser los «responsables de cada una de las muertes» por «no haber hecho nada por proteger y preservar» la vida de los agentes.
Dice que tiene «fuertes razones» para pensar que el deterioro acelerado de la seguridad en Haití, tras una relativa calma, tiene «como objetivo justificar y obtener de la comunidad internacional el envío de una fuerza militar extranjera».
Esta fuerza fue solicitada de manera oficial en octubre por el Gobierno de Haití, e incluso el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, propuso crear una misión integrada por militares de uno o varios países y no bajo bandera de la ONU. Pero, hasta el momento, el proyecto no se ha materializado.
Para los opositores de Henry, la petición constituye «el intento de un Gobierno ilegítimo, impopular y cada vez más cuestionado de utilizar fuerzas extranjeras para mantener el poder a toda costa y retrasar así el retorno de Haití al orden constitucional».
Todavía están muy presentes dramas como el de 2010, cuando tuvo lugar del terremoto en Haití y se decidió enviar a fuerzas especiales para atender la catástrofe. Una ayuda que terminó en el recrudecimiento de la violencia, la aparición de brotes de cólera y escándalos por los abusos sexuales y violaciones perpetrados por los cascos azules contra mujeres y niñas.
«Nivel más alto de delincuencia»
La jefa de la misión de la ONU en Haití ante el Consejo de Seguridad, Helen la Lime, aseguró que lo que se vive actualmente es «el nivel más alto de delincuencia jamás visto en la isla caribeña».
«Las bandas criminales practican la violencia en todo el país como estrategia para oprimir a la población y expandir el control territorial», alertó La Lime, que hizo hincapié en los creciente niveles de violencia –especialmente, tras el asesinato de Jovenel Moise en 2021– y en las dificultades de las fuerzas del orden para enfrentarse a ellas.
Solo en 2022 hubo más de 1.300 secuestros y 2.100 asesinatos.
Naciones Unidas recuerda que dos facciones –G9 y G-Pep– llevan a cabo un enfrentamiento «sin precedentes» en Cité Soleil, el barrio marginal más grande de Puerto Príncipe.
«Las facciones asedian y desplazan a poblaciones enteras que ya viven en la pobreza extrema, bloqueando intencionalmente el acceso a alimentos, agua y servicios de salud en medio de un brote de cólera», apuntó.
La jefa de la misión en Haití insistió en que la PNH «sigue sin contar con los recursos suficientes y tampoco está equipada para hacer frente a la enormidad de la tarea que tiene por delante».