¿Qué temperatura máxima puede soportar el cuerpo humano?

El año 2022 fue el más caluroso en España desde que hay registros y según las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), 2023 estará entre los más cálidos de las últimas tres décadas. Las olas de calor suceden cada vez con más frecuencia e intensidad. Estos episodios traen consigo temperaturas sofocantes que en ocasiones suponen un riesgo para la salud de las personas.

Según los expertos, estos fenómenos están entre las amenazas más letales del cambio climático y provocan miles de muertes en todo el mundo cada año, sobre todo entre los grupos de población más vulnerables. Pero ¿dónde está el límite del cuerpo humano frente al calor? ¿Cuál es la temperatura máxima que somos capaces de soportar?

Un equipo de investigadores de la Universidad de Roehampton (Reino Unido) ha revelado que la temperatura máxima crítica para el ser humano se sitúa entre los 40 y los 50 grados Celsius. Aunque aún no está claro cómo afectan las temperaturas extremas a nuestro metabolismo, este trabajo arroja algo de luz sobre el asunto.

Estos investigadores han descubierto que la tasa metabólica en reposo (es decir, la energía que consume el cuerpo humano solo por mantenerse en funcionamiento) puede ser mayor cuando la persona está expuesta a condiciones de calor y humedad. 

“Se han realizado bastantes estudios sobre el rango de temperaturas a las que prefieren vivir las distintas especies animales para que sus tasas metabólicas sean mínimas y, por tanto, su gasto energético sea bajo, pero, curiosamente, disponemos de poca información sobre los límites superiores de nuestra zona térmica neutra”, afirma Lewis Halsey, investigador principal del estudio.

Según los autores, entender a qué temperaturas empieza a aumentar la tasa metabólica humana y cómo varía entre las personas puede repercutir sobre las condiciones de trabajo, el deporte, la medicina o incluso los viajes internacionales. “Esta investigación aporta conocimientos fundamentales sobre cómo reaccionamos a entornos que no son ideales y cómo lo ‘óptimo’ puede variar entre distintas personas”, señala el científico.

A su vez, el equipo ha estudiado cómo afecta la temperatura máxima crítica a la función cardíaca y cómo difieren los efectos entre personas con características diferentes como la edad o la forma física. En este sentido, encontraron algunas diferencias considerables en las respuestas del corazón al calor entre distintos grupos de personas. De hecho, por lo general, hombres y mujeres muestran algunas diferencias clave en sus respuestas cardiovasculares al calor.

“Generamos una visión de cómo responde el cuerpo al estrés térmico, de su capacidad de adaptación, de los límites de esas adaptaciones y lo que es más importante, de cómo varían las respuestas de un individuo a otro. En un mundo que se calienta, estos conocimientos son cada vez más valiosos”, aseguró Halsey.

Otro estudio reciente, publicado en la revista Nature, reveló que se puede producir una insuficiencia cardíaca a temperaturas del aire tan bajas como 34°C, incluso antes de que aumente la temperatura interna. Lo cual puede conllevar importantes consecuencias, pues los episodios de calor extremo están repitiendo cada vez con más frecuencia.

Las olas de calor son cada vez más frecuentes e intensas - Manuela Arias / Shuttersock
Las olas de calor son cada vez más frecuentes e intensas – Manuela Arias / Shutterstock

¿Cuándo haría demasiado calor para llevar una vida normal?

Las olas de calor se están intensificando a medida que cambia el clima: duran más, y son más graves y frecuentes. Por eso, mucha gente se pregunta ¿cuándo hará demasiado calor para que nuestra actividad diaria normal, incluso para adultos jóvenes y sanos, se convierta en un infierno?

Según los científicos, la respuesta a esta pregunta no solo tiene que ver con la temperatura que se ve en el termómetro sino también con la humedad. Los científicos han mostrado su preocupación por el cada vez más frecuente aumento del calor extremo unido a una elevada humedad. Para ello, se emplea lo que se conoce como “temperatura de bulbo húmedo”, que es la temperatura mínima necesaria para que la humedad ambiental sea del 100 % en un ambiente dado.

En este sentido, un estudio publicado en 2010 estimaba que una temperatura de bulbo húmedo de 35°C sería el límite máximo seguro. Con mayor temperatura, el cuerpo humano pierde la capacidad de enfriarse evaporando el sudor de la piel para mantener una temperatura corporal estable.

Cuando el cuerpo se sobrecalienta, el corazón tiene que trabajar más para bombear el flujo sanguíneo a la piel con el fin de disipar el calor, y cuando además se suda, eso disminuye los fluidos corporales. En el peor de los casos, la exposición prolongada puede provocar un golpe de calor o insolación, un problema que requiere hidratación, enfriamiento inmediato y tratamiento médico, y si no se trata, puede ser mortal.

Entornos secos frente a entornos húmedos

Actualmente, las olas de calor en todo el mundo se acercan, cuando no superan, estos límites. En entornos secos y calurosos, los límites ambientales críticos no están determinados por las temperaturas de bulbo húmedo porque casi todo el sudor que producimos se evapora, lo cual enfría el cuerpo. Sin embargo, la cantidad que los humanos pueden sudar es limitada, y además acumulamos más calor con las temperaturas del aire más elevadas.

Hay que tener en cuenta que estos umbrales se basan solo en evitar que la propia temperatura corporal aumente excesivamente. Incluso las temperaturas más bajas y la humedad pueden someter a estrés al corazón y a otros sistemas corporales. Y aunque sobrepasar estos límites no representa necesariamente el peor de los casos, una exposición prolongada puede llegar a ser fatal para poblaciones vulnerables como ancianos o personas con enfermedades crónicas.