En las últimas semanas ha saltado la alarma en torno a un extraño comportamiento de un grupo de orcas en las costas del sur de España, en torno al Estrecho de Gibraltar. Al menos nueve individuos están detrás de más de 20 ataques a embarcaciones en este año, destruyendo timones, abriendo brechas en los cascos, e incluso han hundido un velero. ¿Pero cómo se ha llegado a esta situación? ¿Y cómo se puede solucionar?
La interacción indeseada
Las interacciones de la fauna silvestre con seres humanos, en general, se producen cuando el comportamiento humano afecta a algunas poblaciones animales. Las orcas que habitan las costas de la península ibérica se alimentan principalmente de atún rojo. Este grupo de orcas conforma una población propia e independiente del resto de las poblaciones del Atlántico nororiental. La población se estima en 39 individuos, fue objeto de un plan de conservación en el año 2017, del entonces Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, y fue considerada población en peligro crítico por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. A pesar de ello, muchas de las medidas propuestas para su conservación no se han llevado a cabo.
Estas orcas siguen dos estrategias para alimentarse: cazar activamente atunes salvajes libres, y capturar las piezas que caen en las pesquerías de palangre del Estrecho. Para ello, la orca ronda los barcos pesqueros y escanea los alrededores; cuando localiza un atún atrapado en el sedal, ataca e intenta devorarlo antes de que los pescadores puedan sacarlo a la superficie. Esta segunda estrategia es mucho más sencilla para la orca, implica menor esfuerzo y tiene una garantía de éxito casi absoluta, aunque no está exenta de riesgos: las artes de pesca, o los pescadores vengativos, pueden causar graves daños a la orca.
Desde el año 2020, se han registrado varias interacciones entre orcas y embarcaciones en las costas atlánticas de España y Portugal. Comenzaron con acercamientos y golpes tímidos, pero pronto cambiaron la tendencia, con embates fuertes y a una velocidad sin precedentes. Actualmente, en torno a la mitad de las interacciones terminan en ataque, aunque la mayoría causan daños leves. La mayor parte de los objetivos son los veleros monocasco.
Un clan bien organizado
Aunque corre el rumor de que la orca que domina la manada se llama Gladis, lo cierto es que este nombre lo comparten todos los miembros del clan. Hay al menos dos orcas dominantes en el grupo: Gladis Lamari y Gladis Herbille.
En los ataques observados desde 2020 se ha comprobado la participación de al menos 31 orcas, aunque las más activas son nueve, distribuidas en dos grupos: el dominado por Gladis Herbille, que cuenta con tres orcas más —Gladis Negra, Gladis Peque y Gladis Gris—, y el dominado por Gladis Lamari, con cuatro miembros más —Gladis Blanca, Gladis Clara, Gladis Filabres y Gladis Dalila—.
Durante las interacciones, los líderes de grupos actúan como observadores, y son los demás miembros los que ejecutan los ataques. Las orcas más activas son Gladis Blanca y Gladis Negra.
Las interacciones se han distribuido desde el Estrecho de Gibraltar, por toda la costa portuguesa y hasta el norte de Galicia. Durante el año 2020, la población estuvo en las costas de Cádiz entre finales de mayo y finales de julio; viajó hacia el norte en agosto, y se asentó en las costas gallegas en septiembre. A principios de octubre volvieron rumbo al sur. En los años siguientes el patrón ha sido similar, y no debe sorprender que mantengan el mismo comportamiento año tras año.
En 2020 hubo un total de 52 interacciones —con y sin ataque— en la costa occidental ibérica. En 2021 fueron 197, y en 2022 se contabilizaron 207 interacciones con orcas.
¿Qué lleva a las orcas a atacar embarcaciones?
Antes que nada, hay que dejar claro que los ataques de orcas silvestres a humanos son anecdóticos, y hasta ahora no se ha reportado ni un solo ataque mortal. Sin embargo, el ataque a las embarcaciones es deliberado.
En 2022, una investigación liderada por Ruth Esteban y publicada en la revista científica Marine Mammal Scienceanalizó estas interacciones y llegó a varias conclusiones. Según los investigadores, las causas del ataque a embarcaciones de estas orcas pueden ser varias.
Por un lado, puede tratarse de un comportamiento defensivo como respuesta a un evento traumático. Si alguna de las orcas sufrió una colisión accidental con una embarcación, pudo haber identificado los barcos como algo peligroso, y atacar —y coordinar ataques— como respuesta preventiva.
Otra hipótesis sugiere que pueden haber identificado la presencia de embarcaciones como factor asociado a la pérdida de presas a causa de la pesca. En este sentido, las orcas verían en las embarcaciones a un depredador con el que competir por las mismas presas, y actuarían defendiendo su propio territorio contra los intrusos.
Ambas hipótesis no son excluyentes. No se debe olvidar que las orcas son muy inteligentes y con una sólida organización comunitaria, por lo que los animales pueden aprender nuevas técnicas de ataque, mejorar sus procedimientos y compartirlos con el resto de ejemplares de la población.
Si esta situación se intensifica, podría poner en peligro la conservación de esta población críticamente amenazada de orcas, de ahí la necesidad de aportar soluciones.
¿Qué se puede hacer?
No existen soluciones inmediatas. Esta es una situación nueva, y este comportamiento en las orcas es totalmente disruptivo con la tendencia de la especie. Es necesario, por lo tanto, llevar a cabo más estudios que permitan desentrañar las múltiples incógnitas que aún permanecen en torno a este comportamiento tan extraño.
El Grupo de Trabajo Orca Atlántica ha presentado unos mapas de riesgo de interacción, con los lugares donde es más probable encontrarse con este grupo, y ha desarrollado un protocolo de actuación si se produce el encuentro.
En primer lugar, si es posible, bajar velocidad de los motores, bajar velas, apagar el piloto automático y dejar el timón a vía. Las orcas saben muy bien lo que es el timón, y qué efectos tiene moverlo. La velocidad del barco unido a la resistencia del timón genera su interés, pero con el movimiento detenido y el timón a vía, su interés cae y es muy probable que la interacción concluya sin que haya contacto.
Además, recomiendan llamar al 112 o contactar con el oficial de la zona. Se puede mantener encendida la radio y los elementos GPS, pero el sónar mejor apagado. Bajo ningún concepto hacer aproximación a los animales y, mucho menos, atacarlos.
Hay que soltar la rueda del timón, y apartarse de cualquier objeto que pueda caer o girar bruscamente en caso de colisión. Finalmente, si es posible, grabar o fotografiar a los animales, prestando atención a sus aletas dorsales. Esto permitirá identificarlas y mantener un seguimiento adecuado.
Después de la interacción, y una vez que los animales se hayan alejado, debe comprobarse que el timón funciona correctamente, y si hay avería, solicitar un remolque. Se debe dar la información a las autoridades —nombre del barco, localización GPS, día y hora de la interacción— y permiso para que los especialistas puedan evaluar el caso, tanto si la interacción ha resultado en un ataque, como si solo ha sido un acercamiento.