¿Por qué nunca olvidamos las canciones de la adolescencia? La neurociencia tiene la respuesta

La adolescencia es una etapa de gran sensibilidad cerebral, en la que la música adquiere un impacto único y duradero. Diversas investigaciones en neurociencia y psicología señalan que entre los 13 y 17 años el cerebro experimenta una intensa plasticidad, lo que explica por qué las canciones escuchadas en ese periodo suelen quedar profundamente ligadas a recuerdos cargados de emoción.

Este fenómeno, conocido como “reminiscence bump”, describe la tendencia de las personas a recordar con mayor fuerza las experiencias de su juventud. En el caso de la música, escuchar años después una canción asociada a esa etapa puede activar memorias autobiográficas muy vívidas, capaces de transportar al oyente a momentos específicos de su adolescencia y despertar emociones intensas.

Además de su poder evocador, la música cumple un papel esencial en la construcción de la identidad y en los vínculos sociales. Compartir gustos musicales refuerza el sentido de pertenencia y se convierte en una forma de expresión personal, por lo que las preferencias musicales adquiridas en esos años tienden a perdurar y a influir en la vida adulta. Así, la música no solo acompaña, sino que se transforma en un recurso poderoso para la memoria y la identidad emocional.