Fue luego de un estudio liderado por científicos de los Estados Unidos. Qué detectaron y cuál podría ser el impacto en los futuros tratamientos de la salud bucal.
Después del intestino, la boca contiene la segunda microbiota más grande y diversa del cuerpo humano. Allí se han detectado más de 700 especies de microorganismos, que incluyen bacterias, hongos y virus. La presencia de esos microorganismos combinada con el consumo frecuente de azúcares e hidratos de carbono -que se encuentran en galletitas, golosinas, y gaseosas, entre otros productos- y la falta de limpieza dental pueden generar caries.
Un equipo de científicos que trabajan en universidades de los Estados Unidos, Suiza, Bélgica y España descubrió que ciertas especies de hongos y bacterias pueden trabajar juntas para “caminar” y “saltar” sobre la superficie de los dientes. Esa “colaboración” permite que las caries se expandan más rápidamente en comparación con las situaciones en que los microorganismos “trabajan” por separado.
El trabajo fue publicado en la revista especializada Proceedings of the National Academy of Sciences(más conocida como PNAS) y se hizo a partir del análisis de la saliva de un grupo de niños sanos y otro de niños afectados por caries graves.
Los resultados del hallazgo tienen su importancia clínica. Por un lado, permitirán comprender mejor la aparición de caries infantiles graves, que consisten en zonas permanentemente dañadas en la superficie de los dientes que se convierten en pequeños agujeros.
Por otro lado, los investigadores estimaron que lo que encontraron “podría explotarse terapéuticamente, por ejemplo, mediante la aplicación local de agentes” contra los hongos o las bacterias que permitan bloquear la propagación de la biopelícula que forman.
“Este comportamiento dinámico y coordinado de la unidad entre reinos también puede darse en otras comunidades formadoras de biopelículas causantes de enfermedades humanas y de bioincrustaciones en entornos ambientales”, afirmaron los investigadores en el estudio.
Los investigadores se enfocaron en uno de los problemas de la salud oral más frecuentes. Más de 2,5 millones de personas en el planeta padecen caries no tratadas, según el último reporte de la Organización Mundial de la Salud.
Se sabe que hay microorganismos en la boca humana desde hace siglos. En 1683 Anton van Leeuwenhoek, de los Países Bajos, observó por primera vez microorganismos en su propia placa dental o biopelícula en un microscopio que construyó. Reportó que había observado “pequeños animales vivos que se mueven bellamente”.
Trabajos más recientes ya habían demostrado que las bacterias Streptococcus mutans y el hongo Candida albicans pueden formar biopelículas con mayor virulencia en condiciones ricas en azúcares. Pero no se había caracterizado cómo era exactamente esa interacción.
El nuevo estudio reveló que la asociación entre bacterias y hongos puede dar lugar a la formación de un “superorganismo” con una fuerza y resistencia inusuales. Son ensamblados que pueden colonizar eficazmente los dientes. Posibilitan que sean más resistentes a los fármacos antimicrobianos y más difíciles de eliminar de los dientes cuando las bacterias o los hongos actúan por separado.
“Esto comenzó con un descubrimiento muy simple, casi accidental, al observar muestras de saliva de niños pequeños que desarrollan caries agresivas”, recordó Hyun Koo, profesor de Medicina Dental en Pennsylvania y coautor del artículo.
“Al microscopio, observamos que las bacterias y los hongos formaban estos conjuntos y desarrollaban movimientos que nunca pensamos que tenían: una movilidad parecida a caminar y a saltar”, recordó.
Uno de los becarios postdoctorales del equipo de Koo, el doctor Zhi Ren, usó la tecnología de microscopía que permite visualizar en tiempo real el comportamiento de microbios vivos. Tras observar las agrupaciones de bacterias y hongos en las muestras de saliva, quisieron saber cómo se comportarían una vez adheridas a la superficie de un diente.
Así empezaron una serie de experimentos con microscopía en vivo y en tiempo real para observar el proceso de adhesión y eventual crecimiento.
Crearon un sistema de laboratorio para recrear la formación de los ensamblajes, utilizando las bacterias, los hongos y un material similar al diente, todo ello incubado en saliva humana. La plataforma permitió a los investigadores observar cómo se formaban las agrupaciones y analizar la estructura.
Descubrieron “comportamientos y propiedades emergentes sorprendentes, como una mayor adhesión a la superficie, que los hace muy pegajosos, y una mayor tolerancia mecánica y antimicrobiana, que los hace difíciles de eliminar o matar”, precisó Ren. Además, “mostraban movimientos de salto y marcha mientras crecían continuamente”, agregó el experto.
Los investigadores descubrieron que los ensamblajes microbianos se desplazaban rápido y lejos. Se comportaban con la misma velocidad de las células del cuerpo humano que participan en la cicatrización de heridas. Esa capacidad de los ensamblajes para “moverse a medida que crecen”, afirmaron los cientpificos, permite que colonicen y se extiendan rápidamente a nuevas superficies.
Cuando el equipo de expertos hizo que los ensamblajes se adhirieran a dientes humanos reales y crecieran en un modelo de laboratorio, observaron que la caries era más extensa como resultado de la rápida propagación de la biopelícula.
Como esas asociaciones de microorganismos se encuentran en la saliva, atacarlos desde el principio podría ser una estrategia terapéutica para prevenir la caries infantil, consideró Koo. “Si se bloquea esta unión o se interrumpe el ensamblaje antes de que llegue al diente y cause daños, podría ser una estrategia preventiva”, agregó.