Un grupo de científicos decidieron usar la reología para analizar la física de las galletas Oreo. Esta es una rama de la física que estudia la relación entre el esfuerzo y la deformación en los materiales que son capaces de fluir.
Según han explicado en un comunicado los autores del estudio, en alimentación esta técnica puede usarse para medir la textura de los alimentos en base a sus tensiones. Por eso, tomaron un aparato de laboratorio llamado reómetro y colocaron en él una galleta Oreo. Una de las mitades se mantuvo fija, mientras que la otra se giraba poco a poco. Básicamente hicieron lo que hacemos todos con las manos cuando queremos abrir una de estas galletas sin romperla. Y el resultado fue el mismo: toda la crema en una de las mitades.
Decidieron repetir el proceso varias veces, pero cambiando parámetros como la tasa de rotación, la humedad de la galleta, la cantidad de crema o el sabor. Vamos, que se hicieron con un muestrario de Oreo doble crema y de todos los sabores habidos y por haber. Todo por la ciencia.
Comprobaron que si se mojaba la galleta en leche se desmoronaba rápidamente, en 60 segundos. Era de esperar, en realidad. Observaron también que la cantidad de relleno y el sabor no parecían influenciar la forma en que se separaba la crema al abrir la Oreo. Pero lo que sí influyó fue la velocidad de rotación. Cuanto más rápido era el giro más cantidad de crema quedaba en un lado. Esto, según relatan en el comunicado, se debe a que se necesita más tensión y estrés para realizar la separación. Por eso, para intentar un reparto equitativo de la crema sería necesario hacer un giro más lento.
Hasta aquí hemos visto algunos datos curiosos, pero aún no tenemos la causa por la que la crema queda siempre en un lado de las galletas Oreo. Y es que para dar con ello tuvieron que analizar otro parámetro que no habían tenido en cuenta previamente.
La verdadera razón del reparto desigual del relleno
Finalmente, estos científicos optaron por repetir el procedimiento con galletas Oreo con las mismas características, pero sacadas de distintos paquetes.
Así, vieron una gran variación de un envase a otro, posiblemente debida al modo en que se orientan las galletas en su interior. Y también a la forma en que se almacenan. Por lo tanto, se podría buscar la forma óptima de almacenarlas para que el relleno se repartiese de una forma más equitativa. Aunque esto no es algo necesario. Las galletas están igual de buenas se abran como se abran, por lo que invertir en investigar este método no vale demasiado la pena.
Aun así, estos científicos consideran que el experimento ha sido suficientemente interesante como para llevarlo fuera de sus laboratorios. Por eso, han publicado la plantilla de un “oreómetro” de código abierto para imprimir en 3D, operado con materiales tan de andar por casa como gomas elásticas y monedas.
Su objetivo es que cualquiera con una impresora 3D pueda “desarrollar un plan de educación y autodescubrimiento en el hogar, donde se enseñe a las personas sobre propiedades básicas de los fluidos, como la tensión de cizallamiento y el estrés”. Y todo con algo tan delicioso como las galletas Oreo. Si los profesores de física no consiguen enganchar a sus alumnos a la ciencia con eso ya no sabemos qué más podrían hacer.