Parece algo contradictorio pero no lo es. La Tierra alcanzó el pasado 6 de julio el afelio, que es cuando nuestro planeta se encuentra en su punto más alejado del Sol. La órbita ligeramente elíptica de la Tierra alrededor de nuestra estrella significa que cada año, hay un día en que la Tierra está más cerca del sol (perihelio) y un día en que está más lejos del sol (afelio). Si ahora estamos en el afelio, ¿cómo es posible que haga tantísimo calor si nos encontramos en el punto más alejado de la estrella? Esta es la explicación:
Aparte de la órbita elíptica, el eje de la Tierra está inclinado aproximadamente 23,5 grados con respecto a su plano orbital. Esta inclinación es responsable del cambio de estaciones a medida que la Tierra gira alrededor del sol. El hemisferio norte experimenta el verano cuando se inclina hacia el Sol y el invierno cuando se aleja. Lo contrario ocurre en el hemisferio sur.
Sin embargo, la distancia de la Tierra al Sol no es la que determina únicamente su temperatura. De hecho, cuando nuestro planeta se encuentra en la etapa que nos encontramos en estos momentos, en su punto más alejado del sol, el afelio, puede experimentar temperaturas aún más altas, tal y como estamos experimentando en las últimas semanas de verano (en el hemisferio norte).
Y de nuevo, no es algo contradictorio, básicamente porque a pesar de que la diferencia entre el perihelio y el afelio puede ser de millones de kilómetros, este aspecto tiene muy poco impacto en las temperaturas de la Tierra. No es que la distancia de la Tierra al Sol no influya en la temperatura de nuestro planeta, claro que influye, lo único es que no es el único factor que afecta a este respecto.
Lo que marca la diferencia
La inclinación axial, sin embargo, juega un papel más importante en la determinación de la intensidad de la luz solar y, en consecuencia, la temperatura experimentada en la Tierra. Durante el verano en el hemisferio norte, la Tierra se inclina hacia el Sol, lo que genera una luz solar más directa y días más largos. Esta mayor insolación solar da como resultado un aumento de las temperaturas.
Otro factor que contribuye a la temperatura de la Tierra es la distribución de la tierra y el agua en su superficie. El hemisferio norte tiene más masa terrestre que el hemisferio sur, y la tierra se calienta y se enfría más rápidamente que el agua. Por lo tanto, los veranos pueden ser calurosos en el hemisferio norte incluso cuando la Tierra se encuentra en el afelio.
Por si esto fuera poco, la atmósfera de la Tierra juega un papel crucial en la regulación de la temperatura. Y aquí el hombre, de nuevo, tiene mucho que ver. Los gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono y el vapor de agua, atrapan el calor y mantienen el planeta caliente. Estamos experimentando las consecuencias del cambio climático que acrecentarán los eventos meteorológicos extremos, más inundaciones, más olas de calor, más sequías, más ciclones tropicales o más episodios de altas temperaturas.