Por qué el gato es el gran escapista entre los animales

Existen innumerables ejemplos de circunstancias que muestran cómo los gatos pasan por sitios asombrosamente pequeños o cómo pueden mantener una insólita postura en el interior de continentes diminutos y limitados.

Es que en esos espacios pequeños y cerrados los felinos domésticos se sienten protegidos y lo perciben como una defensa contra las amenazas.

La razón de esa especial predilección por los espacios pequeños es muy sencilla: seguridad física y por ende emocional. Les resulta muy tranquilizador tener el control sobre la totalidad del espacio, por eso aman la altura y cuanto más reducido sea ese espacio que ocupan, menos riesgo tendrán para que los sorprenda un depredador, real o hipotético.

Esa conducta responde a un instinto heredado de cacería desde sus orígenes silvestres y los felinos de compañía, incluso tras milenios de domesticación, practican sus habilidades de caza y supervivencia, manteniéndolas en nuestras casas.

Existe una experiencia muy asombrosa e interesante por la que los gatos domésticos también caen en la denominada “ilusión de Kanizsa” eligiendo sentarse en “cajas invisibles” determinadas tan solo por marcas en el suelo que representan un cuadrado.

Pero la gran pregunta es ¿por qué razón pueden entrar sin registrar daño en huecos o lugares tan pequeños? Lo que les permite esta elasticidad es su clavícula, que se encuentra unida al resto del cuerpo solo por músculos, no por un hueso, al contrario de lo que ocurre que en otras especies, incluida la nuestra.

A este fenómeno se lo denomina clavícula flotante y al no estar fusionada al esqueleto, puede encogerse y extenderse sin causar ningún daño. Por eso por más pequeño que para nosotros sea el hueco o recipiente, los gatos pueden estrechar los hombros, y el límite de su maleabilidad o ductilidad lo marca la medida del ancho de la cabeza, descontando las orejas, que constituyen una placa cartilaginosa flexible.

Todo esto es verdad para un gato común y normal en cuanto a peso y tamaño, descartando los que tengan sobrepeso u obesidad, ya que la circunferencia abdominal puede actuar como un obstáculo apara lograr el objetivo.

Si a esta clavícula flotante se le añaden otras características anatómicas singulares como la amortiguación que les brindan los discos que poseen entre las vértebras, que son excepcionalmente más elásticos que los de otros animales, se convierten en pequeños acróbatas.

Esa elasticidad de los discos intervertebrales es una de las razones por la que pueden rotar su columna vertebral hasta 180 grados y minimizar el impacto de sus articulaciones al realizar un gran salto.

Para poner todo esto en perspectiva comparativa, los seres humanos podemos rotar nuestro torso o nuestras caderas aproximadamente unos 90 grados, como máximo, tanto hacia la izquierda como hacia la derecha.

Ser capaz de meterse en espacios pequeños es una ventaja evolutiva de los gatos a la hora de cazar presas pequeñas, como los ratones, pero también para esconderse y escapar de posibles depredadores.

Esto no elimina el riesgo a graves lesiones o muerte por precipitaciones desde alturas demasiado grandes, pero lo minimiza diseñando estrategias de caída como la del conocido como “síndrome del gato paracaidista”.

Todas estas cualidades les proporcionan ventajas en la persecución y están estrechamente relacionadas con las artes de la caza para que así puedan saltar, trepar, introducirse en lugares muy estrechos o cambiar de dirección bruscamente durante una captura.

*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.