Todo el mundo quiere que Rafael Nadal gane otro Roland Garros, pero no tanta gente quiere ver al Real Madrid o al Barcelona ganar otra Champions. La gente disfruta viendo a individuos hacer proezas extraordinarias, sean deportistas o CEOs de empresas, nos gusta ver el desarrollo personal detrás de esas hazañas y ponernos en su piel. Sin embargo, cuando se trata de un grupo de personas, sea un equipo o una empresa, la cosa cambia.
Este concepto tiene un nombre: efecto Streaking Star.
Walker y Thomas Gilovich, profesor de psicología en la Universidad de Cornell, realizaron nueve estudios con 2.625 personas, publicados en el Journal of Personality and Social Psychology, para demostrar que «el éxito de los individuos inspira asombro en las personas de una manera que el éxito de un grupo no lo hace».
En uno de ellos, analizaron las opiniones de los participantes sobre el éxito de Usain Bolt, el atleta jamaicano que lleva ganando los 100 metros lisos en los últimos Juegos Olímpicos. Bolt también es miembro de un equipo que ganó la medalla de oro en el relevo de 4×100 metros en esa misma competición. Pero la mayoría de participantes preferirían ver a Bolt ganar el oro individual que en el torneo de relevos en los próximos Juegos.
¿La razón? «Cuando vemos a Usain Bolt ganar tres medallas de oro seguidas, nos sorprende hasta donde llega el límite del potencial humano. Y las rachas ganadoras del equipo no cambian tanto lo que creemos que los humanos pueden lograr», explicaban los autores. Esto explica los resultados de otros estudios similares, donde las personas atribuyeron las rachas individuales de éxito a las propias personas, mientras que el éxito del equipo se atribuía más a factores situacionales.
«Cuando un individuo gana en algo o consigue cualquier cosa, es mucho más fácil identificar quién es el responsable: son dueños de su éxito. Con un grupo o equipo, hay tantas personas involucradas y tantas partes móviles que es menos claro», señala el estudio. Es decir, las personas atribuyen al talento o al esfuerzo de las personas esas proezas, lo que inspira más asombro y un sentimiento de empatía reconocible.
En el mundo empresarial. Y no sólo sucede cuando hablamos de superestrellas del deporte. Esta preferencia también tiene implicaciones en el mundo de los negocios y de las empresas. En otro estudio paralelo, los participantes leyeron sobre el fabricante de componentes electrónicos AVnet, una de las 350 empresas más grandes de EEUU. A la mitad se les dijo que un CEO (ficticio) había guiado a la empresa durante dos décadas, tomando una serie de decisiones inteligentes que condujeron al éxito de AVnet. A la otra mitad se les dijo que un grupo de ejecutivos había gestionado a la empresa, tomando las mismas decisiones astutas.
¿Qué creéis que pensaron los participantes del estudio? Pues al leer que el éxito de Avnet podía atribuirse a su director, la gente se sentó más atraída por la marca y pensaron que la empresa debería tener una mayor participación en el mercado que aquellos a quienes se les dijo que el éxito de la empresa estaba ligado a un grupo de ejecutivos.
Por qué Apple tiene más fans que Samsung. Esta podría ser una de las razones por las que los clientes se conectan personalmente con empresas como Apple, porque se identifican con sus fundadores y directores ejecutivos. Casi todo el mundo conoce a Steve Jobs pero pocos ponen cara a empresas igual de exitosas como IBM o Samsung. No tienen un rostro detrás y encuentran más dificultades para conectar con personal en un nivel más personal. Y lo mismo sucedería con Elon Musk o Bill Gates.