No toda la miel que llega a los consumidores europeos es miel: una investigación europea acaba de hallar numerosas irregularidades en las mieles que la Unión Europea, Noruega y Suiza importan de otros países. La clave del fraude se encuentra en la introducción de aditivos no permitidos en este producto como el sirope de azúcar. La investigación viene a confirmar las advertencias de los apicultores sobre esta forma de engaño a los consumidores.
Mieles bajo sospecha. Una investigación liderada por la Comisión Europea y en la que también han participado Noruega y Suiza ha puesto en cuestión la integridad de muchas de las mieles que se importan a la UE. Concretamente, el 46% (51% en el caso de España) de las muestras analizadas en el estudio fueron consideradas sospechosas de haber sido adulteras.
Estas mieles habrían sido mezcladas con siropes de azúcar y otros sucedáneos más baratos de la miel para abaratar los costes de producción y así ofrecer el producto a precios más bajos. La investigación no pone en cuestión la salubridad de los productos, tan solo su integridad.
Es por eso que, más allá del fraude, no se haya alertado sobre potenciales riesgos para la salud en uno de los edulcorantes más utilizados en los hogares europeos. Es por ello que se considere a los apicultores europeos como los principales damnificados de este fraude.
Un proyecto conjunto. La investigación ha sido liderada por la Comisión Europea a través de su Dirección General de Salud y Seguridad Alimentaria (DG SANTE), aunque fue un esfuerzo conjunto en el que también han cooperado el Centro Común de Investigación de la UE (JRC), la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF) y la EU Agri-Food Fraud Network. En total, las autoridades de un total de 18 países del continente han estado involucradas en este trabajo.
Además de observarse como sospechosas casi la mitad de las muestras a nivel europeo, el informe de la Comisión Europea detalla la información sobre distintos importadores y exportadores. Así, por ejemplo, de las 47 muestras tomadas en España, se sabe que 24 fueron puestas en la categoría de sospechosas, un 51%. Además, 13 de los 15 operadores en España (un 86%) importaron productos en esta misma categoría.
Con respecto a los exportadores, todas las muestras tomadas de productos procedentes de Gran Bretaña y Zambia fueron consideradas sospechosas. China fue el origen del mayor volumen de muestras en esta categoría, si bien éstas representaban un 74% de las muestras analizadas procedentes del país. En el extremo contrario, países como Cuba, Chile, Etiopía, Guatemala o Georgia, si bien el número de muestras analizadas procedentes de estos países fue muy reducida.
Buscando las señales. Los investigadores analizaron las muestras a través de distintas técnicas de laboratorio para buscar biomarcadores que pudieran denotar adulteración del producto. Por ejemplo, analizaron la presencia relativa de dos isótopos de carbono (C12 y C13) en las proteínas del producto y estudiaron la presencia de polisacáridos polimerizados en los compuestos.
Este no es el primer estudio sobre la integridad de la miel que se importa en Europa. Y la tendencia es preocupante. El anterior informe, realizado entre 2015 y 2017, observó un 14 % de muestras sospechosas de haber sido adulteradas. Eso sí, es difícil determinar en qué medida esto representa un aumento de la cantidad de miel adulterada que llega a Europa o es reflejo de un estudio más exhaustivo de las importaciones.
Riesgo para la economía, no para la salud. Estas adulteraciones no implican riesgos para la salud de quienes consumen estos productos, pero sí implican un grave perjuicio económico a los apicultores europeos. Estas alteraciones se realizan con el objetivo de reducir los costes de producción con lo que los productos adulterados pueden competir en superioridad de condiciones con los productos locales.
Apenas unas semanas antes de que la Comisión Europea publicara los resultados de la investigación, apicultores de distintos lugares de España se manifestaban en Madrid para protestar por la situación a la que tenían que enfrentarse. Ya entonces los productores denunciaban la existencia de fraude en las importaciones.
La investigación viene a confirmar las quejas del sector. No está claro aún qué mecanismos se pondrán en marcha para evitar que se perpetúe la situación. Entretanto dependerá del consumidor estar atento a los detalles del etiquetado para no ser víctima de esta forma de fraude.