Hace unos momentos el expelotero David Ortiz recibió la placa que lo acredita como nuevo miembro del Salón de la Fama de Cooperstown, el museo más importante del béisbol de las Grandes Ligas.
Durante un discurso, Ortiz agradeció a sus compañeros de equipos en los Medias Rojas de Boston y los Mellizos de Minnesota, conjuntos en los que jugó en las Grandes Ligas. En especial, Ortiz, conocido como El Big Papi, se fue en elogios al dominicano Pedro Martínez, quien también es inmortal de Cooperstown.
Con 77.9 por ciento de los votos emitidos por la prensa autorizada, David Ortiz consiguió su entrada a la inmortalidad y se convierte en el cuarto dominicano en lograrlo, uniéndose a Juan Marichal (1983), Pedro Martínez (2015) y Vladimir Guerrero (2018).
Adicionalmente, Ortiz es el segundo jugador de posición dominicano en alcanzar la inmortalidad, al igual que el segundo en lograr entrar a Cooperstown en su primera aparición en la boleta de votación, siguiendo los pasos de su ex compañero de equipo, Pedro Martínez.
“Aún sigo sin poder creerlo. Esto ha sido un sueño hecho realidad”, dijo el dominicano de 46 años que acumuló 541 jonrones en 20 temporadas en las Grandes Ligas y fue clave para que los Medias Rojas ganasen tres campeonatos de la Serie Mundial.
Ortiz es apenas el 58to pelotero en ser seleccionado por la Asociación de Cronistas de Béisbol de Norteamérica en su primer año de elegibilidad. Ingresa como el bateador designado con más juegos disputados que cualquier otro miembro del panteón en Cooperstown.
También será el cuarto dominicano, uniéndose a Juan Marichal, Pedro Martínez y Vladimir Guerrero.
La Clase de 2022 también incluye a seis figuras que fueron seleccionadas por los comités de las eras del béisbol.
Entre ellos están el toletero cubano Tony Oliva y el lanzador Jim Kaat, quienes fueron compañeros con los Mellizos de Minnesota.
Póstumamente, llega el momento para el cubano Minnie Miñoso, estrella de los Medias Blancas de Chicago en los 50; Gil Hodges, leyenda de los Dodgers de Los Ángeles que condujo a los Mets de Nueva York a su primer título de la Serie Mundial en 1969;
Buck O’Neil, quien jugó con los Kansas City Monarchs en las Ligas Negras y fue un incansable activista del deporte; y Bud Fowler, reconocido como el primer jugador profesional de raza y que creció en Cooperstown en los 1860, actuando en decenas de ligas.
Se trata de una clase con tres latinoamericanos y dos jugadores de raza negra que allanaron el camino para las estrellas del presente. Tres tienen nexos con los Mellizos.