Guerra de especificaciones, empezamos a estar hartos. No lo digo yo, lo dicen los datos del mercado móvil. Cada vez se envían menos, y tan solo Xiaomi y Apple capean el temporal. He tenido la suerte de haber analizado prácticamente todos los flagship de 2022, y mi sensación (salvo en modelos que puedo contar con la palma de la mano) ha sido constante: estoy probando lo mismo distinto software.
Unos quieren vender 200 megapíxeles, otros quieren vender 210W de carga rápida. Pero nadie va a llevarse la corona a base de inflar especificaciones. Quiero compartir con vosotros algunos de los puntos clave que realmente influyen en la experiencia de usuario de cualquier teléfono. Especificaciones y funciones que pasan desapercibidas y que, con suerte, iremos viendo poco a poco en 2023.
Lo que realmente importa de fotografía móvil es uno de los grandes olvidados: por un lado, la experiencia de usuario, por otro lado el RAW. Hablemos de lo primero. Hemos normalizado vistas previas lamentables en Android, hasta el punto de que no nos saltan las alarmas si en la pantalla estamos viendo una fotografía completamente quemada. «Ya se arreglará cuando se procese en la galería». Esto, vistas las posibilidades técnicas, no debería ser así.
A día de hoy, tan solo Apple y Google muestran el HDR en tiempo real. Parece un detalle menor, pero no encuentro menor lógica en que el resto no se sume a algo tan sencillo. Tenemos potencia de sobra, chips dedicados para procesar imagen y procesadores optimizados para analizar y ofrecer todos estos datos en tiempo real. Aquellos fabricantes que sigan sin implementarlo en 2023, tendrán menos justificación que nunca.
Hablando del segundo punto, el RAW, su uso es marginal y eso es un problema. Los fabricantes se han acostumbrado a procesar de forma muy agresiva. Colores saturados, exposiciones demasiado altas y reducciones de ruido que convierten las fotografías en cuadros al óleo. El iPhone 14 Pro nos ha enseñado algo: se puede obtener una fotografía de mayor calidad, con el potencial del RAW, sin necesidad de abrir una sola app de edición.
Como contaba mi compañero Antonio Sabán, «la cámara de los iPhone llevaba años decepcionándome. Hasta que llegaron los 48 megapíxeles». Una de las mejores piezas fotográficas que hemos publicado en Xataka, y cuya lectura recomiendo. En ella no se habla tanto en sí de la resolución, sino de cómo afecta esta al propio procesado que hace el teléfono, y cómo el formato RAW es la salvación al look empastado y artificial de los móviles actuales.
ProRAW + App de Atajos para revelar en un click ha marcado el camino, y no debería ser demasiado difícil estandarizar un flujo de trabajo similar en otros fabricantes. El camino está sin recorrer, ya que la mayoría de los teléfonos Android disparan un RAW procesado con Pixel Binnig (no tienen ni siquiera la resolución completa del sensor en el RAW).
Que el JPEG que ofrecen los fabricantes al disparar en automático sea fiel a la realidad es algo que ya doy por perdido. La fotografía computacional ha llegado para quedarse, y mostrar imágenes vistosas pero poco fieles es algo que no va a cambiar en el medio plazo.
Los paneles parecen bastante asentados en 2022. Cualquier teléfono que quiera competir en la gama media tendrá una AMOLED a 120 Hz con resolución Full HD+. En gama alta, casi todos se han asentado en el Quad HD+ o en resoluciones intermedias que los posicionan por encima de los 400ppp. Pero nos estamos olvidando de la tasa de muestreo táctil, y esta es más importante de lo que pareciera.
La tasa de refresco es la especificación que más ha calado en el mercado, y hace referencia, grosso modo, al número de veces que se actualizan las imágenes de nuestro panel. A mayor tasa de refresco, mayor fluidez notaremos. Pese a que esta spec ha tenido el mayor recorrido, en mi experiencia, la tasa de muestreo es aún más importante.
Esta hace referencia a algo más tangible: el tiempo que pasa desde que tocamos la pantalla hasta que esta responde. Si la tasa de muestre es alta, sentiremos que la pantalla responde de inmediato, casi anticipándose al movimiento de nuestro dedo.
De nuevo, una especificación que puede parecer algo nerd y específica, pero puedo garantizar que móviles con tasa de muestreo altas marcan la diferencia. Son mucho más fluidos de lo habitual y dan una experiencia de uso excelsa.
La carga rápida ha evolucionado a una velocidad de vértigo, hasta el punto en hay móviles con más potencia de carga que una olla de cocción lenta. Absurdo, a mi parecer. Asentadas las cargas de 66W y 120W, uno de los puntos que más han destacado en batería este año han sido aquellos fabricantes que permiten bloquear la carga hasta ciertos puntos.
Samsung o Sony son un buen ejemplo de ello, permitiendo a los usuarios bloquear la carga al 80% o al valor que queramos ajustar. También hay varios fabricantes permitiendo ajustar la potencia de la carga rápida. Puedo querer 120W solo en un momento específico, y querer cargar a 5W por la noche.
Son configuraciones de fácil implementación, aunque en algunos casos chocan con el argumento de «cómprate este móvil porque carga más rápido que su rival». Si queremos longevidad en las baterías, necesitamos hacer justo lo contrario.
Si pagas 1.500 euros por un teléfono, te llevas lo mejor. Tamaño desembolso puede generar división y conflictos entre aquellos que se hacen con los móviles premium y los que afirman tajantemente que con menos dinero tienes lo «mismo». Más allá de este absurdo debate, no debería haber demasiada duda en que hay móviles que ofrecen (casi) de todo a un precio bastante alejado de estos mil euros.
Hablo del Pixel 7 (o 6a), del Galaxy S22, el POCO F4 GT, OnePlus 10T y similares. Móviles que cuestan prácticamente la mitad que lo más caro del mercado, y que ofrecen una experiencia de usuario sobresaliente por una cantidad de dinero que tampoco es pequeña. Los más exigentes tendremos pegas en pantalla, sonido y algún que otro punto, pero el mundo real es distinto.
Fuente: Xataka.