El pasado 31 de julio nació en un zoo de Tennessee (Estados Unidos) una jirafa muy especial, tan peculiar que no tiene manchas en la piel. Se trata de unahembra de jirafa reticulada (Giraffa reticulata) y, aunque los científicos reconocen que en muy raras ocasiones estos animales pueden nacer sin sus llamativas manchas, los responsables del zoo dicen que no hay otro individuo así viviendo en ningún rincón de la Tierra.
«Desde el primer día hemos estado en contacto con profesionales de zoológicos de todo el país», declaró el director del zoo Brights de Tennessee, David Bright, al canal de noticias de la televisión de Tennessee, WJHL. «Y sobre todo hemos preguntado a los veteranos, que llevan mucho tiempo por aquí, ‘Oye, ¿has visto esto? ¿Qué opinas?’ Y nadie lo ha visto».
Al menos nadie lo ha visto en los últimos tiempos. Se cree que en 1972 nació una jirafa sin manchas en Tokio a la que le pusieron el nombre de Toshiko. Existen noticias antiguas al respecto, pero ni una imagen en Internet.
Las características manchas en el pelaje de las jirafas reticuladas no son aleatorias, sino que se heredan de la madre. Se piensa que les sirven para camuflarse y pasar desapercibidas para los depredadores. De este modo, los ejemplares que no tienen manchas tienen más dificultad para esconderse de los depredadores cuando se encuentran en libertad.
En un estudio de 2018 en jirafas de Rothschild (Giraffa camelopardalis) se observó que las crías que presentaban manchas más grandes y con forma más irregular tenían más posibilidades de sobrevivir a los pocos meses de vida. Sin embargo, se trataba sólo de una correlación, y las manchas también podrían desempeñar un papel en la comunicación visual o el control de la temperatura.
La jirafa del zoo de Tennessee que ya mide más de 1,80 metros aún no tiene nombre. Los responsables del zoo le están buscando a través de Facebook. En su cuenta en la red social animan a los usuarios a elegir entre tres posibles nombres: Kipekee, que significa «única», Firayali, que significa «inusual», Shakiri, que significa «la más bella», y Jamella, que significa «de gran belleza».
En el zoo esperan que la cobertura mediática que está teniendo la jirafa sin manchas ayude a poner «el tan necesario foco de atención en la conservación de las jirafas» en su conjunto.
Desde hace décadas, estos animales se dirigen hacia una «extinción silenciosa», sobre todo debido a la pérdida de hábitats, los disturbios civiles y la caza furtiva. En los últimos 30 años, la población africana se ha desplomado un 40 %, con lo que solo quedan 16.000 jirafas reticuladas.
En la naturaleza, las jirafas reticuladas viven en pequeñas poblaciones en Kenia y se cree que un número limitado de ellas deambulan por Somalia y el sur de Etiopía. Debido a su distribución fragmentada, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) considera que están en peligro. Su pelaje moteado les ayuda a camuflarse en la vegetación de la sabana y también sirve como un sistema de pérdida de calor, según la Giraffe Conservation Foundation. Se cree que las manchas oscuras ayudan a regular su calor porque hay grandes glándulas sudoríparas debajo de ellas y la forma única en que están dispuestos los vasos sanguíneos a su alrededor. Cada patrón es único y se cree que lo heredan de sus madres.
Curiosamente, estos mamíferos tan visibles han pasado un tanto desapercibidos en el pasado y es que hasta fechas cercanas no se ha sabido que las jirafas se dividían en cuatro especies o hemos conocido su curiosa vida sexual, en la que olfatean la orina de la posible pareja para saber si está disponible, así como las grandes proezas que pueden llevar a cabo con sus pequeños cerebros.