Antonio Pasquali, escritor venezolano, académico e intelectual ha muerto. Fue uno de los impulsores de la interpretación latinoamericana de la teoría de la comunicación moderna. Murió el sábado a los 90 años en la ciudad catalana de Reus. Nació en la ciudad italiana de Rovano en 1929 y a los 19 años emigró a Venezuela, un país que adoptó como propio y donde desarrolló toda su vida profesional y personal.
Con estudios en La Sorbona, Florencia, Oxford y Cambridge, desde los años sesenta Pasquali desarrolló una intensa actividad académica en la Universidad Central de Venezuela, en Caracas, en la plena primavera económica del país, como profesor en la Cátedra de Filosofía Moral de la escuela de filosofía, de la cual fue director– y en la Escuela de Comunicación Social, en la que fundó el Departamento de Estudios de Teoría de la Comunicación.
Pasquali fundó y dirigió el Communication Research Institute (Ininco), en la Universidad Central de Venezuela, un monitor de análisis de gran prestigio nacional, y es recordado por su papel principal en el llamado Proyecto Ratelve, un modelo estatal de radio y televisión de servicio público presentado en 1974, durante el primer gobierno por Carlos Andrés Pérez.
Pasquali se convirtió en un autor muy discutido y admirado en la academia latinoamericana, particularmente en países como México y Colombia, con su trabajo. Comunicación de masas y cultura, escrito en 1963. En su juventud, como era común en los años sesenta, tuvo un vínculo interpretativo que lo hizo muy conocido con la Escuela de Frankfurt, una corriente marxista disidente, muy crítica de la Unión Soviética y el comunismo ortodoxo, que aceptó las influencias de Sigmund Freud e interpretó los términos del vínculo marxista con Hegel, fundado por Horkeimer y Adorno, al que también pertenecían, entre otros, Herbert Marcuse, Erich Fromm y Juergen Habermas.
La Escuela de Frankfurt cuestionó el aparato cultural del capitalismo, basado en el hábito del consumo, el poder de la publicidad y la magia de los espacios de entretenimiento, y planteó una interpretación en la que el destino del inconsciente ejercía una clara influencia en el comportamiento de la sociedad de masas. sobre los estímulos del poder en un esquema de dominación política. En su versión latinoamericana, Pasquali, como otros teóricos de la región, se opuso al desarrollo de las industrias culturales satelitales, como una réplica, con la que América Latina imitaba a Europa.
Desde una perspectiva siempre cuestionadora, el discurso de Pasquali abandonó su sesgo marxista a lo largo de los años para evolucionar hacia una defensa apasionada de la libertad como criterio civil y componente fundamental del hecho comunicacional, basado en una interpretación muy aguda de la tecnología como fenómeno social. Parte de estas y otras reflexiones están incluidas en sus obras. Comprender la comunicación Y La comunicación cortada, y ellos 18 ensayos sobre comunicaciones, que incluye la editorial Debate en 2008.
En los años ochenta, el escritor e intelectual ocupó el cargo de Subsecretario General de Comunicaciones de la Unesco, una organización a la que dedicó una parte importante de sus mejores años, ocupando también responsabilidades en las oficinas regionales de Caracas, que luego articuló la radio de América Latina y el Caribe. Tiene un Doctorado Honorario de la Universidad Central de Venezuela y la "Orden Andrés Bello" de la Universidad Católica.
Antonio Pasquali fue una voz muy respetada en el debate venezolano sobre la libertad de expresión y el mandato ético en el ejercicio del periodismo, y fue un crítico feroz, tanto de Hugo Chávez como de Nicolás Maduro, a quien dedicó innumerables invectivas y objeciones en su columnas de periódico ampliamente leídas El Nacional. En su fase de activismo político, Pasquali dirigió varios pronunciamientos sindicales y académicos en momentos serios de asedio del chavismo al periodismo libre, en el que criticó duramente a Diosdado Cabello en transmisiones directas de televisión, cuando esto era posible en el país.
Fue un incansable investigador de novedades y obsesionado con el rastro de la vanguardia. Esto afirmó Guadalupe Burelli en una de sus últimas entrevistas, publicada en el portal digital de Prodavinci: "No he grabado ninguna imagen particular de un país nativo y abandonado, y te diré de inmediato, por supuesto, mi vida como viajero, en gran medida profesional, me ayudó a banalizar los lugares, que entre los valores que cultivo en una medida mínima o nula están el anhelo topográfico y la nostalgia. saudade siglo XIX obsoleto y esterilizado por la omnipresencia de lo icónico, la telefonía, los jets e Internet. Prefiero vivir mil y una veces para vivir en el futuro, y en lugar de ser destruido por zapando el jardín de recuerdos o llenar álbumes de fotos, asumo toda la responsabilidad del mundo que dejaré a mis sucesores. "