La inestabilidad de los bancos y sistemas financieros radica en que se basan en algo tan etéreo como la confianza. Cuando la confianza existe, el sistema prospera, pero cuando falta, el sistema corre el peligro de desaparecer. El economista John Richard Hicks afirmaba que lograr el equilibrio entre ambos extremos requería de un sistema regulatorio altamente eficiente.
Hace poco más de una semana, la crisis en EE. UU. fue gatillada por la quiebra del Silicon Valley Bank (SVB) y la caída del banco Signature. El temor se trasladó a Europa, específicamente al Credit Suisse, una vieja casa bancaria suiza envuelta en una serie de escándalos. La crisis se precipitó cuando su principal inversor dijo que no proveería más fondos.
Los bancos centrales del mundo se involucraron para evitar nuevas convulsiones. Se anunció que se ofrecerán operaciones de swap diarias para ayudar a los bancos extranjeros a obtener acceso a financiamiento en dólares estadounidenses hasta abril.
El operativo para evitar la crisis de confianza fue mucho más amplio que el anterior. Si la «operación confianza» resultó exitosa, se logrará restaurar la estabilidad financiera y restablecer condiciones de mercado ordenadas.
La mega operación multinacional que se llevó a cabo durante el fin de semana buscaba restablecer la confianza en el sistema financiero global y evitar una crisis bancaria a nivel mundial. La crisis se desencadenó por la quiebra del Silicon Valley Bank (SVB) en Estados Unidos, lo que llevó a la Reserva Federal, el Tesoro y la Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC) a emitir un comunicado conjunto para evitar el pánico en la apertura de los mercados. La FDIC tuvo que tomar el control del SVB y el temor se trasladó a Europa, específicamente al Credit Suisse, que fue absorbido por UBS a un precio 60% inferior al ya deprimido al que había cerrado el viernes anterior.
Esta crisis bancaria no se debió a paquetes de activos envenenados, como ocurrió en la crisis de los créditos subprime e hipotecarios y en la quiebra de Lehman Brothers que gatilló la crisis de 2008/2009. Fue una clásica crisis de confianza que afectó a bancos norteamericanos de tamaño medio y se propagó a Europa. La cadena de sucesos se originó en pérdidas en bancos norteamericanos y luego en la declaración del inversor más grande en Credit Suisse de que no pondría más dinero en el banco.
La mega operación multinacional para restablecer la confianza en el sistema financiero global involucró al Banco de Canadá, el Banco de Inglaterra, el Banco de Japón, el Banco Central Europeo (BCE) y el Banco Nacional de Suiza, que ofrecieron operaciones de swap o canjes de monedas para ayudar a los bancos extranjeros a obtener acceso durante una semana a financiación en dólares estadounidenses hasta abril. Las operaciones serán diarias y así se mantendrán hasta por lo menos fines de abril.
El objetivo de esta operación fue reducir las tensiones, tranquilizar los ánimos y eventualmente disipar el temor de hogares y empresas para evitar nuevas convulsiones y una estampida bancaria global. La solución no fue barata, pero mucho más costosa hubiera sido una crisis bancaria a nivel mundial. La operación permitirá restablecer condiciones de mercado ordenadas y garantizar la estabilidad financiera. Como siempre, se trata de un delicado equilibrio en el sistema bancario y financiero global.