Durante muchos años, Megan Fox fue la actriz más codiciada de Hollywood. Después de haber protagonizado Transformers junto a Shia LaBeouf, fue votada en 2008 como la mujer más sexy del mundo en una encuesta realizada por la revista para hombres FHM Online superando a otras figuras como la modelo Jessica Biel, Scarlett Johansson y Jessica Alba.
En 2021 cumplió el sueño de muchas personas y posó desnuda para GQ junto a su prometido Colson Baker, mejor conocido como Machine Gun Kelly. A sus 37 años, Fox sigue causando impacto con su escultural cuerpo y un rostro que se caracteriza por gruesos labios y ojos felinos.
Sin embargo, tal parece que Megan no ve lo mismo que el resto del planeta cuando se ve al espejo, pues en una entrevista con Sports Illustrated confesó que ha luchado contra su propio cuerpo durante gran parte de su vida.
“Tengo dismorfia corporal. Nunca me veo como me ven los demás. Nunca hubo un momento en mi vida en el que amara mi cuerpo, nunca jamás”, aseguró la actriz en una entrevista que se celebró en paralelo a una sensual sesión de fotos en República Dominicana por parte de la misma revista.
Fox definió su condición como un “viaje sin fin a amarse a sí misma”, y esto se puede ver reflejado en las diversas cirugías que se ha hecho a lo largo de los años. Implantes de senos, cirugía de nariz, bótox, cirugía de párpados e implantes de senos, son algunas de las intervenciones estéticas que Megan se ha hecho, y según expertos, ha invertido alrededor de 60 mil dólares en sus retoques.
Esta no es la primera vez que Megan confiesa que tiene dismorfia. En 2021, junto a la sesión de fotos con Machine Gun Kelly, celebró una entrevista con GQ donde brindó más detalles de cómo vive esta condición.
“Podemos mirar a alguien y pensar: ‘Esa persona es tan guapa. Su vida debe de ser muy fácil’. Lo más probable es que esa persona no se sienta así consigo misma”.
Megan Fox también confesó que no está segura a que se deba su dismorfia si durante su infancia vivió en un ambiente profundamente religioso en el que los comentarios acerca del cuerpo prácticamente no existían, sin embargo, en 2011 aseguró a The Hollywood Reporter que no siempre fue la sex symbol que es hoy en día.
“Nunca fui la chica hermosa de mi escuela. Quiero decir, tenía frenillos y teñí mi cabello de naranja. No era la chica popular. Siempre fui la solitaria. Creo que me había mentido a mí misma, o más bien había permitido que otras personas me mintieran. No encajaba bien, por mucho tiempo no viví mi propia vida siendo yo misma. Esas partes mías más excéntricas o extrañas no se correspondían con mi familia o con mi esencia”.
Desde que su relación con Machine Gun Kelly comenzó en 2021, Fox ha estado más presente en los eventos de Hollywood, asegurando que su pareja la ha ayudado a recuperar la confianza en sí misma. Sin embargo, y a pesar de que estuvo presente en varias cintas de la última década, su presencia en la industria era como la de un fantasma, pues sólo llegaba a hacer su trabajo y desaparecía sin dejar rastro. Esto fue a partir de las malas reacciones que hubo de su cinta de 2009 Diabólica Tentación, lo que la hizo reflexionar sobre su carrera como actriz.
Posteriormente, durante el movimiento #MeToo, Megan tuvo mucho que contar sobre casos de acoso y abuso por parte de directores y productores, pero el poco apoyo que tenía del público e incluso de los movimientos feministas, la hizo preferir callar. Ya desde 2019, Megan mostraba su incomodidad con su apariencia y a grandes rasgos con su persona.
“Yo no estaba perfecta, o estaba demasiado gorda o demasiado delgada. Era estúpida, u ofensiva. Era un desperdicio o una mala actriz. Cualquier cosa que pudieras decirme, yo ya me había sentido así, porque creía que el mundo no me iba a aceptar, así que pasé por un momento muy oscuro después de eso”, declaró para el programa Entertainment Tonight en 2019.