La medalla del último premio Nóbel de la paz Dmitry Muratov fue vendida este lunes en Nueva York en una subasta y recaudó la cantidad récord de 103,5 millones de dólares, que irán íntegramente destinados a Unicef para ayudar a los niños ucranianos.
La puja, que fue conducida por la casa Heritage de subastas, duró 20 minutos en los que el precio de la medalla subió de 787,000 dólares hasta los 15 millones, cuando de pronto un comprador anónimo comunicó por teléfono que pagaba 103,5 millones de dólares, poniendo fin a la venta.
Aunque otras medallas ganadas por premios Nóbel han sido vendidas o subastadas en el pasado, jamás ninguna llegó a alcanzar ni siquiera la décima parte de esa cantidad, y de hecho la medalla más cara se había venido a 4,76 millones de dólares en 2014.
La casa Heritage renunció a cobrar las tasas que se acostumbran en las subastas, por lo que el importe completo irá destinado a Unicef.
Muratov, fundador y director del último periódico disidente ruso Novaya Gazeta -hoy cerrado- fue invitado por Heritage a la puja en un acto donde fue vitoreado prácticamente como una estrella de rock, con continuos «waw» del público, pero él -que se expresó todo el tiempo en ruso- dijo que para él «no se trataba de ninguna fiesta», sino que quería hablar «de la solidaridad humana y las dificultades».
Recordó que, de los 16 millones de refugiados ucranianos, un 40% son niños, o que dos tercios de los niños ucranianos han tenido que dejar sus hogares, algo que según él jamás había sucedido en un conflicto en tan poco tiempo.
Puso como ejemplo un niño ucraniano que se encontró en Rusia y que le pidió dinero «para poder recargar el teléfono con el que llamar a su mamá en Ucrania», y pidió a la audiencia que se pusieran por un momento en su lugar.
«Han matado su pasado y ahora quieren destruir su futuro».