Cuando un consumado púgil treintañero regresa al boxeo después de una ausencia de cuatro años y un problema médico bastante delicado, la mayoría de los fanáticos suponen, casi siempre correctamente, que se ha gastado todo su dinero.
“Gracias a Dios no es mi caso”, dijo el mexicano Abner Mares con una sonrisa.
La declaración fue incluso algo modesta. Mares, de 36 años, prácticamente es un ejemplo de un campeón que ha avanzado en forma inteligente hacia la siguiente etapa de su vida.
Sin embargo, el, exmonarca del mundo en tres divisiones con palmarés de 31-3-1, 15 nocauts, no estaba totalmente listo aún para comenzar esa próxima etapa, y por eso enfrentará el domingo en su regreso al estadounidense Miguel Flores en una pelea preliminar que se difundirá mediante la TV en la modalidad de pago por ver.
El combate es parte de la función cuyo plato principal es el duelo de pesos pesados entre el mexicano-estadounidense Andy Ruiz Jr. y el cubano Luis Ortiz en Los Ángeles.
“Estoy regresando sólo por amor”, declaró Mares a The Associated Press. “Si no lo hago ahora, lo lamentaré el resto de mi vida. Tengo 36 años y bastante capacidad. Si esperara otro año, dos, y luego me diría ‘¡caramba, debiste haber aceptado aquella pelea!’, jamás me lo perdonaría”.
Mares podría aprovechar otras alternativas en lugar de tener que pararse temprano para hacer su acondicionamiento y después sudar en un caluroso gimnasio.
El púgil fue comentarista para Fox Sports incluso antes de que se lesionara un ojo, y había conseguido empleo con la red televisiva Showtime a comienzos de la pandemia.
Mares y su esposa, con la que está casado desde el inicio de su carrera profesional hace 17 años, han invertido responsablemente gran parte de su dinero en brindar una vida cómoda a las dos hijas de ambos que estudian en escuela privada.
“Al principio me decían ‘¿para qué volver’”, dijo Mares. “‘Vivimos cómodamente. Estamos bien. ¿Para qué meternos en esto?’ De veras las estoy haciendo pasar por momentos de nerviosismo. Yo simplemente puedo regresar y divertirme, pero a ellas les pesa la preocupación. Siempre me han apoyado. Siempre han estado conmigo al 100%, pero ellas desean que esta pueda ser mi última pelea, ojalá”.
Mares jamás tuvo la intención de colgar los guantes desde junio de 2018, cuando perdió una revancha amistosa ante su compatriota Leo Santa Cruz.
Había pactado una pelea con el estadounidense Gervonta “Tank” Davis para febrero de 2019, pero tuvo que cancelarla debido a un desprendimiento de retina que sufrió durante una sesión de entrenamiento.
Se sometió a una cirugía exitosa y obtuvo el permiso para volver a los cuadriláteros un año después. El médico que realizó la operación estará en la pelea del domingo.
Pero la recuperación coincidió con la llegada de la pandemia y Mares comenzó a disfrutar su vida cómoda en casa durante dos años.
Ahora quiere disfrutar el tramo final.