Las celebraciones del Día del Maestro se remontan a inicio del siglo XX, fruto de que para la época se comenzaron a impulsar múltiples políticas educativas a escala planetaria. Como reconocimiento a la importante labor del docente se comenzaron a realizar celebraciones con la finalidad de importantizar los valores educativos y emblematizar la figura de la enseñanza con mayor respeto.
Ser maestro es una labor inmensa, noble, de amor y de entrega que ha de ejercer el ser humano como ente catalizador y multiplicador del conocimiento, el oficio del docente tiene la virtud de compartir sus instrucciones y entendimiento.
La Real Academia de la Lengua Española define al maestro como una persona capaz de enseñar una ciencia, arte u oficio, con la autoridad suprema del conocimiento. La docencia es una labor intensa que requiere entrega, razón por la cual se puede afirmar que es una tarea difícil, exigente, sacrificada, pero muy hermosa, satisfactoria y humanitaria.
Festejar el Día del Maestro es honrar a aquellas personas que, de manera habitual, dedican parte de su vida y laboriosidad a una enseñanza de multiplicar y compartir el conocimiento con criterios profesional y ético. Es colocar en primer plano el valor intangible de una actividad, pero que de manera intrínseca procura que se reconozcan los derechos de los docentes a todos los niveles del sistema educativo, esto es, escuela pública, colegios y universidades.
El 30 de junio de cada año en la República Dominicana se celebra el Día del Maestro, como expresión de la honrosa labor que realizan los educadores en el proceso de enseñanza-aprendizaje, así como lo invaluable de esta dinámica en la transformación del desarrollo económico y social de la nación.
Es loable el hecho de que se realice este homenaje a una labor hermosa y fecunda, desde el 6 de junio de 1939, institucionalizada por la Resolución núm. 6-39, y que siempre ha de ser de júbilo, honradez y respeto.