Luxemburgo es peculiar por muchas razones. Por su pequeño tamaño, por su enorme riqueza, por su pasión por los concesionarios y porque puedes moverte en transporte público por su capital o cualquier otra ciudad o pueblo de su reducida geografía sin pagar ni un solo euro. Salvo que quieras acomodarte en primera clase, desde febrero de 2020 puedes subirte a los trenes, tranvías o buses que conectan su territorio de forma gratuita, así seas residente o turista.
La pregunta del millón es… ¿Cómo le ha ido estos tres años?
¿He oído viajar gratis? Exacto. El 29 de febrero de 2020, a las puertas de la pandemia, Luxemburgo decidió activar una medida pionera: el transporte público 100% gratuito. Más de tres años después el país sigue presumiendo de ofrecer un servicio libre de costes en los buses, trenes y tranvías que circulan por el territorio nacional. La única excepción son los billetes y abonos de primera clase.
Pero… ¿Cuál es la razón? Más que razón, razones. Con la medida las autoridades pretendían paliar los problemas de congestión del tráfico, reducir las emisiones contaminantes y equilibrar de paso las desigualdades sociales del país. Si queremos entenderlo bien hace falta sin embargo conocer ciertas peculiaridades del Gran Ducado, como su sorprendente amor por los vehículos.
Al menos en 2019 Luxemburgo, un país con 640.000 vecinos, registraba 681 turismos por cada 1.000 habitantes. La proporción es tan alta que lo confirma a ojos de Eurostat como el estado de la Unión Europea (UE) con la mayor tasa de motorización, puesto que mantiene desde hace varias décadas. En segundo lugar estaría, a bastante distancia, Italia, con 663. Aunque casi nueve hogares de cada diez tienen vehículo y el 10% de las familias tiene tres o más, una de las claves de ese dato es que Luxemburgo recibe a diario un flujo importante de gente de países limítrofes que acuden a trabajar en coches de empresa matriculados allí.
Hay más explicaciones para la medida? Sí. Luxemburgo es un país rico. Muy rico. Según el FMI su PIB Per cápita es de 146.260 dólares por persona, lo que lo sitúa a la cabeza del ranking, por delante de Singapur o Qatar. Pese a ese dato o de sus altos salarios, la nación ha tenido que lidiar sin embargo con un aumento de las desigualdades económicas: en 2020, cuando aprobó la gratuidad del transporte público, el 13% de la población activa y el 10% de los jubilados estaban en riesgo de pobreza. Como telón de fondo están además los objetivos de neutralidad climática, que plantean reducir las emisiones contaminantes en un 55% ya para 2030.
¿Y cómo les ha ido estos años? Hace poco EuroNews tomó el pulso de la medida in situ para hacer balance de sus tres primeros años y constató varias ideas interesantes: la satisfacción de los residentes y una reducción de los atascos, al menos en hora punta y las calles del centro de la capital. Hay indicadores que señalan sin embargo que el saldo general tiene muchos más matices.
Por ejemplo, ni siquiera la gratuidad de trenes, tranvías y buses ha servido para librar las carreteras de vehículos. Hace un año Bloomberg revelaba que, según el punto que se analizase, la congestión en las calles había sido en mayo equivalente o incluso mayor a la del mismo mes de 2019. El dato es interesante porque se midió tras dos años de gratuidad y con la pandemia remitiendo. La popularidad de los coches a lo largo del país no solo se explica por su proliferación en los garajes del Gran Ducado. Si hay tantos es en parte por cómo funciona su economía.
¿Por cómo funciona su economía? Así es. Una parte relevante de los vehículos que circulan por Luxemburgo tienen al volante a conductores que viven fuera del país, en alguna de las localidades vecinas de Francia, Alemania o Bélgica, y acuden al Gran Ducado para trabajar. Y no son pocos. Bloomberg precisa que cerca del 46% de la fuerza laboral de Luxemburgo se corresponde con viajeros internacionales: 110.000 de Francia y 50.000 de Alemania y Bélgica.
EuroNews calcula que cerca de 230.000 personas cruzan la frontea cada día para trabajar y el 75% de esos desplazamientos se hacen en automóvil. ¿Por qué no residen en Luxemburgo? Una de las claves son sus elevados alquileres.
¿Cómo solucionarlo? Hace poco, en un artículo titulado ‘Transporte público gratuito en Luxemburgo, pero el coche sigue siendo el rey’, el periódico The Straits Times aportaba una dato crucial: los trenes y buses que esos trabajadores toman en Francia, Bélgica o Alemania no son gratuitos hasta que cruzan a Luxemburgo, lo que ya ha llevado a políticos del Gran Ducado a plantear soluciones, como por ejemplo un parking en la frontera gala y conexiones cada pocos minutos.
No es el único desafío que debe afrontar la medida si quiere triunfar. Bloomberg apunta otros factores que pueden llevar a los viajeros a mantenerse fieles al coche, a pesar incluso de que la alternativa del tranvía o tren sea gratuita: vagones y buses abarrotados, retrasos y cancelaciones o la comodidad. El propio Plan de Movilidad prevé que el número de vehículos de circulación en Luxemburgo aumente un 6% para 2035, porcentaje se explica en parte por el alza de la población.
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¿Y cuánto cuesta? Un buen pellizco. Según Luxembourg Times, el plan de transporte público gratuito costará a los contribuyentes 800 millones de euros este año, una cifra que se explica al menos en parte por la inflación, el encarecimiento de la energía y una mayor demanda de viajeros con necesidades especiales.
«El incremento se debe en su mayor parte al de los costos, los precios de la energía y los tramos de índice resultantes», explica el ministro François Bausch. En 2020 se apuntaba a que el plan añadiría 41 millones a los costes anuales del transporte.
¿Se ha notado un aumento de demanda? Uno de los grandes problemas que se ha encontrado la política de gratuidad total en Luxemburgo es que coincidió con la pandemia, lo que complica valorar su alcance real, al menos durante sus inicios. RTL Today aporta sin embargo algunas pinceladas valiosas: el flujo de viajeros en los trenes experimentó un alza constante entre 2005 y 2019, cuando alcanzó un máximo de 25 millones de personas. En 2020, ya en plena crisis sanitaria, se experimentó un retroceso que lo hizo bajar a 14,5. En 2021 el balance fue de alrededor de 16,6 millones de pasajeros y el año pasado de 22,1.
En cuanto a los tranvías, la demanda ha experimentado también un aumento constante desde 2017, con el parón de la pandemia, si bien sus últimas cifras son llamativas: si en diciembre de 2018 registraba un promedio de 22.065 usuarios por semana, durante el mismo mes de 2022 se disparó hasta pasar de 88.200.
¿Es el primer país en hacerlo? En absoluto. El país europeo ha seguido la estela de otras naciones y ciudades que han adoptado también programas que contemplaban la gratuidad del transporte público, con mayor o menor alcance: Roma lo aplicó en buses en 1971, en ciertos puntos de EEUU se han dado también experimentos y Dunkerque, Frydek-Misteko Tallin le han dado una oportunidad también al modelo. En España mismo se aplican abonos gratuitos para Renfe.