Aún no sabemos si hubo o no vida en Marte, pero es muy probable que así fuera cuando el planeta era rico en agua en estado líquido, sus temperaturas no eran tan frías, y la atmósfera era más densa. Irónicamente, la vida microscópica que floreció en aquella época, hace alrededor de 4.000 millones de años, fue la que dejó el planeta inhabitable que hoy conocemos.
Un nuevo estudio de la Universidad de Arizona ha examinado los escenarios de una posible aparición de vida en Marte. El estudio no confirma que esa vida existiera ni mucho menos. Tan solo juega con la idea de que así fuera para tratar de simular cuáles eran las condiciones de aquel ecosistema.
Se cree que hace 4.000 millones de años Marte era un planeta bastante diferente al actual. El planeta tenía una atmósfera más densa y rica en dióxido de carbono e hidrógeno. Ls temperaturas eran frías para los estándares terrestres, pero al menos estaban unos grados Celsius por encima de cero, lo que permitía que hubiera agua en estado líquido. De hecho, si algo nos ha enseñado el registro geológico de Marte es que hubo vastas regiones cubiertas de agua en el planeta, con ríos y probablemente grandes lagos o incluso océanos.
Todo ese panorama fue el caldo de cultivo ideal para la aparición de un tipo de vida muy concreto: microbios metanogénicos. Estos microorganismos extremófilos son unos viejos conocidos del ecosistema terrestre. Podemos encontrarlos, por ejemplo, cerca de las fuentes hidrotermales volcánicas que hay en algunas regiones del fondo marino. Este tipo de microorganismos debe su nombre precisamente a que extraen su energía del hidrógeno y el dióxido de carbono, y la metabolizan excretando metano.
En Marte, el problema es que las temperaturas en superficie, incluso las de hace 4.000 millones de años, eran demasiado frías para el desarrollo de metanogénicos, lo que obliga a los microbios a refugiarse bajo tierra. Sin embargo, los componentes que estos microorganismos necesitaban para subsistir estaban en la atmósfera marciana. Según los modelos ecológicos calculados en este nuevo estudio publicado en Nature Astronomy, eso obligó a aquellas formas de vida (De nuevo, si es que existieron) a mantener un delicado equilibrio entre su proximidad a la superficie y una profundidad con un margen de temperaturas razonable. Boris Sauterey, de la Universidad de la Sorbona, en París, y principal autor del estudio, estima que las comunidades de microorganismos metanogénicos probablemente prosperaron a una profundidad de unos pocos cientos de metros bajo la superficie.
La sorpresa llegó cuando Sauterey y sus colegas estudiaron cómo habría evolucionado semejante comunidad hipotética de organismos extremófilos en Marte. Decíamos arriba que los metanogénicos generan metano al alimentarse. Pues bien, la cantidad de metano liberada a la atmósfera a través de la porosa corteza terrestre marciana pudo ser lo bastante relevante como para alterar el clima del planeta hasta hacerlo inhabitable. En otras palabras, los microorganismos marcianos provocaron un cambio climático en el planeta rojo que condujo a su eventual destrucción.
“Según nuestros resultados, la atmósfera de Marte cambió muy rápidamente a resultas de esta actividad biológica”, explica Sauterey. “Probablemente en unos pocos cientos o miles de años. Al consumir el hidrógeno de la atmósfera, los microbios enfriaron progresivamente el clima del planeta”.
El escenario no es nada halagüeño si eres un microbio que consume hidrógeno. A medida que consumían hidrógeno, los microorganismos hacían que la temperatura en superficie fuera más y más fría, lo que les obligó a refugiarse a una profundidad cada vez mayor y más lejos de la atmósfera que les sirve de alimento. “El problema al que estos microbios se enfrentaron en Marte es que la atmósfera fue desapareciendo gradualmente, lo que les obligaba a buscar una fuente alternativa de energía”, añade Sauterey. “Encima las temperaturas fueron cayendo de manera muy significativa, lo que les obligaba a profundizar cada vez más. Es muy difícil calcular cuánto tiempo permaneció habitable Marte ahora mismo.”
La perspectiva de que las primeras formas de vida marcianas pudieran haber provocado o contribuido al cambio climático que acabó con ellas tiene una moraleja muy sombría para la especie humana, pero también es intrigante, porque nos da pistas de dónde podríamos buscar rastros de esas formas de vida.