«Estamos a favor de que se hable con Putin, hay que ser contundentes en la respuesta pero tenemos que contar con una vía diplomática abierta«. Nunca se había escuchado a un Pedro Sánchez tan categórico al hablar sobre mantener el teléfono con sonido para hablar con el Kremlin en plena invasión rusa de Ucrania. Ni en silencio ni en vibración, con sonido. El presidente del Gobierno español se suma así a la ola de otros líderes como Emmanuel Macron, Olaf Scholz o Mario Draghi, favorables a combinar dureza frente a Moscú a través de las sanciones y al mismo tiempo buscar una salida negociada. Ese escenario, en cambio, no gusta nada a Volodimir Zelenski.
Ese doble juego no gusta nada en Kiev y de hecho en su momento llegó a circular, según medios internacionales, un plan de paz presentado por Italia en el que se insinuaba que Ucrania podría ceder territorios para alcanzar un alto el fuego permanente por parte de Rusia. Zelenski no pasa por ese aro. No es una opción para él. «Tras estas especulaciones geopolíticas de quienes aconsejan a Ucrania entregar algo a Rusia hay grandes geopolíticos que no quieren ver a la gente corriente«, dijo, en una entrevista a un medio holandés. En esa línea se pronunció su asesor principal en una conversación con El País. En ella, Igor Zovkva dejó claro que «las conversaciones diplomáticas están ahora en el campo de batalla» y que Ucrania «no va a hacer concesiones» al régimen ruso.
La realidad es que la vía diplomática lleva muchas semanas completamente cerrada, y con candado incluso, pese a los intentos por ejemplo de Turquía de albergar un cara a cara entre las partes. Zelenski, con todo, sigue dispuesto a sentarse frente a Putin «sin condiciones» pero también sin ceder ni un metro de territorio. El conflicto está cronificado y la unidad de acción si bien sigue vigente en el seno de la Unión Europea, cuando la mirada es más larga llega la disparidad de opiniones.
Emmanuel Macron y Olaf Scholz lideran el bloque de los ‘conciliadores’ ante Putin. El papel de Francia y de Alemania en el antes y ahora en el durante del conflicto es relevante en tanto en cuanto forman junto a Ucrania y Rusia el (fallido) Cuarteto de Normandía, formado entre otros motivos para firmar los Acuerdos de Minsk que han saltado por los aires con la invasión, pero que ya se habían vulnerado por las dos partes antes de la misma. Macron en concreto ha estado en todo momento dispuesto a intercambiar posturas con Putin, a quien ha telefoneado más de una veintena de veces en lo que va de año, más allá de una visita a Moscú poco satisfactoria. Entonces la distancia entre ambos ya se evidenció como metáfora con la larga mesa en la que se sentaron.
«Lo peor está por llegar», dijo en su momento el presidente francés tras una de esas conversaciones. Macron representa bien ese doble movimiento: diálogo y dureza. En ese viaje ha sumado a un Scholz que se ha visto obligado a dar un giro de 180 grados a la política alemana respecto a Rusia con envío de armas a Ucrania, aumento del presupuesto en Defensa a niveles nunca vistos desde la II Guerra Mundial y reduciendo drásticamente (del 53% al 12%, según datos del Gobierno semáforo) la dependencia energética. Con todo, el canciller también se muestra a favor de que Vladimir Putin transite por la vía diplomática directamente con Volodimir Zelenski, algo que hoy por hoy parece muy lejano. Eso sí, el país germano está en el punto de mira de Kiev, que no olvida el ‘amiguismo’ practicado por Berlín en las épocas primero de Gerhard Schröder y después de Angela Merkel.
En el barco que lideran París y Berlín están además otros Estados miembros de la UE como Italia o Austria, que no quieren que el envío de armas y material militar a Ucrania sea la única salida ante la guerra. Mario Draghi habló con Putin hace días y expresó su preocupación por la crisis alimentaria que puede terminar provocando la guerra, agudizando tendencias negativas ya existentes. El caso italiano es particular porque depende de Rusia a nivel energético, aunque está rompiendo ese cordón al llegar a acuerdos con otros países como Argelia, pero además se ha convertido en un nicho importante para los oligarcas a través de los artículos de lujo.
Incluso ceder el Donbás a Rusia
Eso sí, la posición más contundente fue la del exsecretario de Estado de EE UU, Henry Kissinger, que sí incluye directamente cesiones territoriales de Ucrania. «Las negociaciones deben comenzar en los dos próximos meses antes de que se generen trastornos y tensiones que no serán fáciles de superar. Idealmente, la línea divisoria debería ser una vuelta al status quo anterior. Continuar la guerra más allá de ese punto no supondría la libertad de Ucrania, sino una nueva guerra contra la propia Rusia», espetó en el Foro de Davos, desatando críticas no solo desde Ucrania, sino también en otros países europeos como Polonia, que censuró sus palabras rápidamente. Lo que sugiere Kissinger es que Ucrania renuncie al Donbás, que ahora se ha convertido (otra vez) en el centro del conflicto.
La división este sentido es palpable porque mientras unos Estados miembros de la UE quieren mantener las líneas con Rusia otros se cierran en banda. Es el caso de los Bálticos. Polonia, Letonia, Lituania o Estonia de hecho ya han aprobado planes para reducir a cero las importaciones de energía rusa y en ningún momento han mantenido contactos con el Kremlin. En cambio, el presidente polaco, Andrej Duda, ha sido el único líder que hasta ahora ha pronunciado un discurso presencial en el Parlamento ucraniano.
Las sanciones económicas no se acabarán hasta que no se retire el último soldado ruso de Ucrania
El escenario en lo diplomático es este, pero tras él se siguen aprobando sanciones contra Rusia. En total, los 27 han pactado seis paquetes de medidas en solo tres meses, aunque el último se ha hecho de rogar durante semanas ante la negativa de Hungría a vetar la totalidad del petróleo ruso. Finalmente, tras haber dado el sí al bloqueo del carbón en abril, los Estados miembros acordaron cerrar la llegada de crudo, pero solo a medias. Vetarán el que llega por mar y mantendrán el que se suministra a través de oleoducto. De esta forma se satisface la petición de Viktor Orbán y se alcanza la exigida unanimidad.
Todas las partes implicadas, ya sea directa o indirectamente, son conscientes de que la guerra será larga y Sánchez fue categórico también en su aviso a Rusia. «Las sanciones económicas no se acabarán hasta que no se retire el último soldado ruso de Ucrania», sostuvo. De esta forma, Europa se ha dividido entre quienes ponen una mano en el botón de las sanciones y la otra en el teléfono para hablar con Putin y quienes utilizan las dos para cerrar la puerta a cualquier conversación. FUENTE : 20 MINUTOS