Los idiomas del mundo están desapareciendo cada vez más rápido. Tenemos a un sospechoso: el cambio climático

Que una lengua prospere en el mundo es dificilísimo. Los idiomas mueren cada año, normalmente cuando fallece el último hablante conocido. Ahora mismo, aproximadamente el 35% de los idiomas del mundo están perdiendo hablantes o están directamente en peligro de extinción. Los expertos lingüistas estiman que hasta el 90% de los idiomas actuales habrán desaparecido para 2115. Hay muchas razones por las que esto sucede: cambios políticos, económicos y culturales.

Sin embargo, hay otro factor que está acelerando esta rápida desaparición: el cambio climático.

Lenguas en peligro de extinción. Tal y como decíamos antes, la diversidad lingüística está en riesgo. Hay casi 7.000 idiomas en el mundo, pero la mitad de ellos apenas son hablados por 10.000 personas. Todo esto quiere decir que solo alrededor del 0,1% de la población mundial es actualmente la que mantiene con vida a la mitad de los idiomas del mundo. Para explicar el fenómeno, algunas investigaciones han indagado en la conexión que hay entre la diversidad biológica y lingüística y han concluido lo siguiente: florecen juntas y mueren juntas.

Los estudios. Si prestamos atención a las estadísticas y el mapeo geográfico, es posible ver cómo la migración humana y la competencia por los recursos naturales han llevado a que la cultura y los ecosistemas evolucionen conjuntamente. Un estudio del Fondo Mundial para la Naturaleza sobre la relación entre el cambio climático y la muerte de las lenguas explica cómo las zonas donde hay alta diversidad natural suelen tener más diversidad lingüística, sobre todo en áreas tropicales.

En cambio, los desiertos y las tundras heladas, que cuentan con poca diversidad de especies, tienden a tener también poca diversidad lingüística. Es decir, por lo general el clima cerca del ecuador es más hospitalario para sustentar tanto la vida natural como la lingüística, porque es también más amable para la vida animal y humana en general.

A más desplazamientos, más pérdida cultural. El cambio climático ha acentuado la frecuencia de olas de calor, sequías, inundaciones y subidas del nivel del mar que afectan a la vida de millones de personas, expulsándolas de sus hogares. Los episodios climáticos extremos fueron la causa principal de 23,7 millones de desplazamientos en 2021. Y, conforme las comunidades se desplazan, se hace más difícil que los idiomas pequeños persistan o tengan una utilidad, ya que sus hablantes se dispersan por todo el mundo y son obligados a adaptarse a las culturas locales.

¿Cómo les afecta? Además de la pérdida directa del idioma por los desplazamientos, cuando se interrumpen los ciclos naturales, también lo hace el significado lingüístico y el contexto construido a su alrededor. Un curioso ejemplo lo encontramos en el shadbush, un pequeño árbol de América del Norte, que se llama así porque el sábalo, un tipo de pez, suele desovar en los ríos cuando el shadbush florece. Pero eso ya no es así porque, junto con muchas otras plantas, florece más temprano en el año.

Además, se da la situación de que la mayoría de las lenguas del mundo se encuentren en zonas cada vez más inhóspitas para las personas. Otro ejemplo lo encontramos en el país de Vanuatu, en el Pacífico Sur. Tiene 110 lenguas en solo 12.189 kilómetros cuadrados y es uno de los países más amenazados la subida del nivel del mar.

Hay otras causas, por supuesto. No sólo podemos achacar la pérdida lingüística al cambio climático. En este mundo que vivimos se producen genocidios, persecuciones políticas y religiosas, y presiones económicas que impactan a la vida de cientos de comunidades en el planeta. Por ejemplo, los hablantes de lenguas minoritarias han vivido persecuciones a lo largo de la historia y eso ha causado la extinción de la mitad de todas las lenguas indígenas de Australia, Estados Unidos, Sudáfrica y Argentina.

Para las que quedan en pie, mantener la lengua materna tampoco tiene mucho sentido económico, porque la mayoría de trabajos requieren idiomas diferentes, haciendo más difícil asegurar un apoyo institucional a estas lenguas en la escuela o los medios de comunicación. Y el resultado es que poco a poco se transmitan cada vez menos a las generaciones futuras.